40514

Me llamó la atención que la página par llevara el número (digamos) 40514 y la impar, la siguiente, 999. La volví; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequeña ilustración, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un niño.
Fue entonces que el desconocido me dijo:
-Mírela bien. Ya no la verá nunca más.
Me fijé en el lugar y cerré el volumen. Inmediatamente lo abrí. En vano busqué la figura del ancla, hoja tras hoja.

(El libro de arena. Jorge Luis Borges)

domingo, 29 de mayo de 2011

EL VASTO VOTO

             En las pasadas elecciones municipales hemos votado en secreto. Hemos votado pero nadie supo a quien le dábamos nuestra confianza para que se exceda con nosotros otros cuatro años. El voto es secreto. Se debería votar a mano alzada, y en pequeñas asambleas de barrio a celebrar por todo el país. Pero el voto electoral es secreto. El empecinamiento que se pone para que esto sea así, ha hecho que de forma insolente ese supuesto derecho se imponga. La práctica del secreto nos lleva al secretismo. Las elecciones por lo tanto son un sistema de camuflaje perfecto para posibles manipulaciones, o bien directas, o a través del lavado de cerebro vía propaganda. El voto es un reflejo que junto al secreto se colma de reflejos condicionados. El voto no debería ser secreto, nosotros tampoco. Hoy más que nunca sabemos que todo es mentira, y que la mentira reina en el marco virtual de irrealidades donde presuntamente queremos vivir con la verdad. Luz y taquígrafos, testigos y revolución: la verdad. El secretismo del voto hace que nuestro yo particular se convierta en una exagerada aberración llamada yoismo. La defensa del voto secreto que se repite hasta la saciedad, y que nadie pone en duda, es una defensa a ultranza del voto como un bien propio de naturaleza intrínseca, “derecho” que la democracia burguesa nos regala, y que nosotros hemos conquistado usando sus maneras de organización. El inconveniente del voto es que tan sólo sirve para votar, no para opinar, opinar lo que se dice opinar aquí no opina nadie nada, y con un voto convertido en secreto menos. Los canales de opinión no existen para nadie, en todo caso canales de televisión. Y si en un arrebato se te ocurre opinar y escribes sobre el voto: HIJOS DE PUTA, por ejemplo, pues llega el presidente de mesa y lo declara nulo, añadiendo de coña: “Es que tiene tachaduras”. El voto es algo que nos han dicho que va unido con la persona: un hombre, una mujer: un voto. Este derecho más tarde se hizo secreto, y es asumido de tal manera ese “derecho al secreto” que pareciera que viene incorporado en el cordón umbilical a la hora de nacer, y que además este es un bien de nuestro yo más yo: el más cerrado y clandestino. Así que cuando vamos a votar, quien vota es el “otro”, el real, el autentico, el que no conoce nadie: el malo, porque sólo los malos tienen secretos. Tu vecina te saluda en el ascensor y tu vecino en el portal, pero no saben a quién votas. Ni tú a quien votan ellos. El voto secreto pareciera que nos enaltece. Nos da altura. Pero lo real y autentico es que cuando votamos nos negamos la libertad, la parte más noble de nosotros se pierde en una supuesta libertad individual ejercida desde cierto anonimato que nos hace impredecibles, oportunistas o tal vez cobardes. Cuando usamos nuestro derecho al secreto y al voto, nos imbuimos de un cierto poder, de una ligera ventaja sobre su contrario: lo público, a quien se la tenemos jurada, ya que la libertad de lo público hace que nuestra personalidad yoista se debilite ante la luz del día. La génesis del voto no es secreta, el voto en todo caso nació particular, propio, único, insoslayable, pero desde luego no secreto. Cuando yo voto siempre voto yo, pero debería ser levantando el brazo, repito. Un hombre un brazo, y así el voto se materializa: tiene rostro. El voto depositado en una urna es virtual: llegó hasta allí pero no lo puso nadie. Esa no procedencia del voto lo hace anónimo, de ahí que el candidato elegido se deba a nadie, y que toda su gestión posterior viva en el anonimato. Así que el edil, el diputado, el señalado, cavila: “¿Quién va a partirme la cara si no cumplo, o quién va a fiscalizar mi gestión?”, respuesta: nadie. Nadie, porque los votantes se amparan en el anonimato de un voto abandonado en una solitaria urna, y como no dan la cara, la verdad será encerrada junto a sus votos de papel para siempre; engominados candados que echan en sus sobres de miedo donde quedará eternamente presa. Además, que en esa “no verdad” del voto secreto vive otra mentira: el que dice que me vota en realidad vota a otro. Y si el votante le parte la cara al concejal, se descubre.
Puerta del Sol, marzo 2010.
             El devenir secreto del voto generará una vida mucho más secreta: por correo, por fax, por internet, con pasamontañas, capirote de nazareno, o capucha de verdugo. El voto secreto es una prolongación de nuestras “cosas” secretas. Y ya podemos decir que vivimos en una “sociedad secreta”. El secreto forma parte de nuestra intimidad, nuestra intimidad y el secreto forman un todo, nos decimos: ¿cómo puedo tener intimidad sin secretos?. Si yo oculto yo tengo, por lo tanto soy. Tener secretos y saber los secretos de alguien, aprendiendo a su vez a “usar” esa información contra el otro, nos hace poderosos y temibles, ante los que, pobres, no saben nada. La razón de ser del secreto es por tanto para usarlo contra el otro. Un hombre sin secretos no es digno de mención, no es necesario en ningún organismo del entramo estatal, no es válido, no sirve para nada.
             Nuestros cuerpos se visten para abrigarse, pero sobre todo se cubren para ocultar. Uno siempre es la medida de su secreto y el fracaso de sus ropas. Hasta donde lleguen ellas le seguirá nuestra carne. Son inseparables, a pesar de que yo creo que nuestra intimidad debería de tener cosas más importantes que guardar que un mísero voto, que además dependiendo de a quién se lo demos, demostramos con quién estamos queriendo ser íntimos, lo cual a su vez nos dará una idea de lo que entendemos por intimidad y sobre todo hasta dónde apreciamos lo que puede dar de sí nuestra carne íntima. De cómo nos valoremos depende nuestra prostitución. Autoestima. Y el lugar secreto que hemos elegido es una roca hueca, que dejó de ser cueva, y a la que ahora llamamos alcoba. Dentro de ella se encierran todos los cuerpos y moran los misterios. En algunos hogares las mujeres se preguntan quién es ese hombre desnudo con el que fornican, pues su marido y el voto, los dos, son secretos.
             Pero a estas alturas, tarambana y voluble, la Lógica, caprichosa irónica y cínica a la vez, impone su venganza por caminos de misterios y sombras cuando todos, sin ponerse de acuerdo, sin asambleas ni mítines, sin algarabías (sin pancartas, que diría Aznar “El Reaccionario”) que deslucen la vida sosegada de la ciudadanía, “mayoritariamente”, esta vota al mismo partido. ¿Qué ha sucedido?. Pues que no somos tan originales como creíamos. El inconsciente colectivo habitado de arquetipos: dioses y símbolos, como por arte de magia ha “entendido” el mensaje que durante cuatro años, periodo entre elección y elección, nos han inculcado a golpe de ritos, donde los comentarios y los bulos, la verdad y la mentira, lo real y la ficción han servido para que la población termine sin proponérselo practicando el centralismo democrático, que es esa especie de acuerdo tácito que impide sacar a relucir los trapos sucios. El Secreto. Y cuando se procede al recuento de votos, el votante descubre que su secreto era el secreto de otros nueve millones, y que los nueve millones de secretos han ganado a los secretos perdedores de los demás.
Extraviados en la estepa caminamos en círculos. Nadie conoce la ruta o la dirección correcta, y si preguntas, señalan al otro: pregúntale a ese.
Y la ciudad de arena se desmorona un poquito más.

domingo, 22 de mayo de 2011

REVOLUCIÓN

Los últimos acontecimientos me tienen revolucionado y fuera de la rutina, y la rutina a veces te organiza las ideas, pero te las domestica. Un poco de revuelta viene bien de vez en cuando.

Me joden el blog los de Blogger, me salto mi cita semanal con esta ciudad, que también se desmorona como una Lorca con temblores. Viene un terremoto a decirnos que este país también tiene fallas. A parte de las de Valencia. Y errores, a parte de los del sistema de dominación capitalista. Y los hijos de la democracia se cabrean y se quedan acampados en las plazas de las grandes ciudades. Y llegan las elecciones municipales. Y….¿qué quieren ustedes que les diga? Pues que el orden de las ideas debería estar en duda permanente. Mas según mis cuentas se pone en duda muy poco. Pero esta semana parece que grupos espontáneos de jóvenes y no tan jóvenes, se han echado a las plazas.



Creo que lo más importante de todo este berenjenal, son las concentraciones. Hay de todo. Por un lado leo pancartas que dicen: SOMOS MÁS Y ESTAMOS MEJOR DESORGANIZADOS, y por otro lado muestran un alto grado de disciplina y de organización en las acampadas. Tal vez su desorganización se contrapone a la ya conocida “organización” de los partidos. Los ácratas se frotan las manos, pero también están sin saber a dónde mirar. Nadie sabe qué trozo de la tarta le corresponde en esta movilización espontanea. Los partidos obreros miran. Los sindicatos miran. Y en esa los del gobierno se empiezan a poner nerviosos. Serán desalojados una noche de estas a las tres de la mañana. O no.

Mientras empiezan a surgir algunos líderes desde las filas de los distintos grupos y experiencias. Hacen asambleas, para seguir con las ideas claras a la hora de tomar decisiones. Pero sus reivindicaciones no me parecen “excesivamente revolucionarias”, difíciles de asumir por el poder.

Todo está en el aire, es una hermosa experiencia. Pero me parece algo inocente el movimiento. No creo, a pesar de esa consigna acuñada de “Revolución Española”, que lleguen a plantear exigencias que el sistema no sepa asumir o amortiguar. Ni que decir tiene que el nombre de “Democracia Real Ya” es un nombre cómodo, educado inclusive. Lo explicó muy bien Agustín Garcia Calvo, en un charla de 20 minutos que les dio a los acampados.






























El movimiento tendrá que desarrollarse. Tendrá que llegar a las fábricas, los barrios, las facultades, las universidades. Y sobre todo tendrán que ser mucho más claros y contundentes a la hora de definir sus exigencias.

La ciudad de arena les aprieta. La ciudad de arena les pide algo de contundencia. La ciudad de arena se pregunta si lo que les mueve es una crisis económica de la que han sido expulsados en el reparto de la riqueza, es decir cuestiones economicistas puras y duras; o por otro lado les mueve una crisis política que quieren resolver, con soluciones políticas. Supongo que serán ambas cosas. Espero que la mezcla sea tan homogénea cómo para que a partir de hoy los barrios se llenen de comités y de asambleas.

Y que la “izquierda” pierda estas elecciones municipales y autonómicas y regrese a las calles: Algunos lo dijimos en su día: “La lucha está en la calle y no en el parlamento”.

Y los comunistas del PCE se reían. Y los del PSOE te metían en chirona.


domingo, 8 de mayo de 2011

Toros y mujeres


Llega el buen tiempo y salimos a la calle. A los toros. A la feria de Abril. A la feria de Mayo. A la feria. Nos relajamos. Aunque el español está siempre relajado.
Así que como esto es primavera y se quedó con ella el Corte Inglés y yo me siento solo en la galaxia, quiero hablar de los toros. Asistí cuando era pequeño con mis padres a una novillada en la plaza de toros de Vista Alegre para ver a “El Platanito” (sí que era pequeño. Yo, no el novillero) y me reí todo lo que pude. No entendía de toros. Y viendo al Platanito hacer tonterías, menos. No he vuelto a una plaza, igual que nunca he pisado un campo de fútbol. Hasta que llegó treinta años después Canal + y el maestro “Chenel” y comencé a apreciar el temple. Pero sigo sin saber de toros. Tampoco entiendo de muchas cosas que hago todos los días, y las sigo haciendo. Tampoco entiendo de informática y aprieto botones y teclas. Algunas cosas las hago por instinto, como los toros. Pienso con el cerebro de reptil, que es el que guarda los viejos recuerdos de cuando éramos serpientes de agua.

Los toros. El maltrato animal. Las guerras. Las mujeres. Los niños. Los hombres. El delfín azul del río Amazonas. Los incendios provocados. La violencia de género. El machismo. Los hombres matamos a nuestras mujeres. A través de ellas llegamos a esta vida, nos traen al mundo, pero las matamos. Así de agradecidos somos. Así nos enseña el “Sistema” (el Estado músculo) a ser agradecidos. Nos enseña a competir, no a amar. Un estado que enseña a sus ciudadanos a amar. No sería Estado. Maltrato animal. Cuando asesinamos a nuestras mujeres también somos animales. Somos toreros dando la estocada a las mujeres. Los toreros son de derechas. Los que matan a sus mujeres son de derechas, aunque hay hombres de izquierda que son de derechas, para poder matar a sus mujeres. Los toreros en su día banderillearon y dieron muerte a estoque a algunos cuantos rojos. Tiempo. Cómo está el patio. El patio de cuadrillas. Y llego a dónde quería llegar: ¿Recogemos firmas? ¿Le pedimos a todos los Estados (teniendo en cuenta el precedente catalán) a los autonómicos mucho más (¿qué querrá decir autonómico?) que prohíba el maltrato a nuestras mujeres? Tal vez ya esté prohibido matar a nuestras mujeres, pero no funciona. El 40% de los hombres piensan que las matan porque no corren lo suficiente. Nunca les perdonamos la vida a nuestras mujeres. A los toros sí. Dicen que porque son muy buenos en la plaza. ¿Y nuestras mujeres dónde deben ser buenas para que las perdonemos? ¿Acaso se portaron mal que necesitan de un perdón, de una condescendencia? Esta es la pregunta. Y esta otra: ¿qué clase de hombre somos? Qué asco de hombre somos. ¿De qué repugnancia venimos?
Iniciemos una campaña contra el maltrato y asesinato de nuestras abuelas, madres, hijas, tías, primas, suegras, esposas, novias, hermanas, amantes. Salgamos a las calles todos los hombres, ensangrentados, con navajas y cuchillos clavados en el pecho, vestidos de mujer. Hagamos como esa asociación antitaurina, en dónde seguro que entre sus filas no hay ningún maltratador de mujeres. ¿O sí?

En fin. Me he encontrado hoy con un viejo conocido. Me ha dicho que esto va muy mal, que la ciudad de arena es una mierda. Que los políticos son una mierda. Que sigo igual de raro, que no aprendo. Qué mala sombra tienen los conocidos después de 20 años sin verlos. Se han vueltos rencorosos con la edad. Duros. Huraños. Y la ciudad se cierra. Se abre. En Valladolid hay feria del libro. Dicen los que venden, que se compra poco libro, pero que se mira mucho. La crisis. El pollo. Nos pasamos al pollo dice hoy “El País”. La ciudad de arena. No sé dónde mirar. Miro al cielo. El cielo sigue cruzado de reactores. Todo es polución y veneno. Llueve. He descubierto que en la ciudad de arena la gente con enfermedades raras, son raras porque la urbe, la gente, el pueblo, no sabe darles empleo, sentido, uso. De esa falta de diversidad, de variedad, nacen todas las enfermedades. Todo lo raro. Todos los poetas. Nacen del revés. De los revés. Hacemos el revés. Vamos a lo revés. Joder, parezco de “Redes”.
Viva Lao-Tsé.

domingo, 1 de mayo de 2011

Razón


Sucesión de sonidos elocuentes movidos a resplandor, poema
es esto
y esto
y esto
Y esto que llega a mí en calidad de inocencia hoy,
que existe
porque existo
y porque el mundo existe
y porque los tres podemos dejar correctamente de existir.
-Juan Larrea-

Pensaba escribir un poema heroico sobre el 1º de Mayo, pero ya lo intentó Vladimir Mayakousky y le fue fatal.
Además, me encontró la fiesta obrera meditando (como al tipo de la foto) qué debería escribir hoy.  Sigo sentado en el taburete. 

Así que salí a ver cómo se celebraba el 1º de Mayo en mi ciudad. Y a parte de 330 militantes de colectivos anarquistas, o no, que estaban muy cabreados, pero que se veía que eran anarcos: cada uno gritaba un silencio distinto; no vi nada especial.
Miento. Me regalaron una maceta de petunias (ver foto) para que votara a un partido (ver tiesto) determinado. No les voy a votar pero regaré las petunias.

Esto es todo lo que puedo decir hoy. A veces me deprimo. Y en este día más.
Larrea y Vallejo eran “amiguetes”, y a los dos les tocó el PCE los cataplines. Viva la clase obrera sin pedigrí stalinista.