40514

Me llamó la atención que la página par llevara el número (digamos) 40514 y la impar, la siguiente, 999. La volví; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequeña ilustración, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un niño.
Fue entonces que el desconocido me dijo:
-Mírela bien. Ya no la verá nunca más.
Me fijé en el lugar y cerré el volumen. Inmediatamente lo abrí. En vano busqué la figura del ancla, hoja tras hoja.

(El libro de arena. Jorge Luis Borges)

domingo, 31 de julio de 2011

CUATRO


      UNO.-
                 A mi bisabuela Irene la llamábamos abuelina, porque era la abuela mayor y para diferenciarla de su madre, mi abuela Luciana, y porque era menudita. En su juventud se dedicó al teatro. Poco, estaba mal visto, y los primeros que se oponen, cuando algo está mal visto, son los maridos. Me lo ha dicho mi bisabuela Irene Estévez el otro día cuando fui a verla al teatro donde interpreta a una viejecita, amante del viejecito Luis Candelas, ladrón que robaba a los ricos para favorecer a los pobres: “Hijo apaga ese trasto al que llamáis “inmóvil”. Le corregí. Móvil, abuelina, se llama móvil. “Ya, pero como yo veo que todo el mundo por las calles se pasea nerviosa de arriba abajo, sin estarse quietos, camino de ninguna parte y hablando solos como si tuvieran miedo, pues..., eso, que tú apágalo. Me he enterado que sus frecuencias de microondas están todas en una lista de los americanos y ahora todos los que lleváis ese aparatito sois potenciales bombas andantes, afinadas bombas que pueden entrar en los lugares más recónditos de la tierra. Ignorantes, es lo que sois, creyéndoos tan listos. Os van a descerrajar un micro-misil en la oreja”. Y terminó diciendo: “Estoy hasta el moño de guerras. De generación en generación, todos hemos conocido guerras. El miedo que pasamos en la del 36. Y el miedo que pasó mi abuela, cuando entraron los franceses de Napoleón”. Le informé. Abuelina si ya no hay guerra, se ha terminado. “Ya. Que te lo crees tú. Apaga el “inmóvil”. O mejor tíralo”. Vale abuelina.

      DOS.-
                 Frente a la sierra de San Pedro, se encuentra tendida, preciosa y en silencio, la ciudad de San Vicente de Alcántara (Badajoz). Anteriormente conté en esta ciudad que Manuel Fernández Bernáldez, mi abuelo materno, aquel 14 de abril de 1931, proclamación de la II República, vistió de republicana a mi madre, que acababa de cumplir seis años el día 8 de marzo, y le dio un paseo por el pueblo, con un cartelito que decía: “Ay! de quien toque a la niña bonita”. Se libró del pelotón de fusilamiento por los pelos; a cambió tuvo que pagar una multa de 500 ptas. en metálico y trabajar gratis (era guarnicionero) durante un año, haciendo cartucheras, vergajos, cinturones, y fundas de pistolas, para los municipales del pueblo, y cobrando dos reales el resto de su vida, al servicio de los poderes fácticos.

      TRES.-
                 Mi madre y mi padre utilizaban la palabra “condición” para hablar de las personas buenas o malas. Así las personas buenas tenían buena condición, y las malas tenían mala condición. Cuando yo era jovencito, entre los seis y los ocho años, con otros niños hacia faraónicas construcciones de piedra y arena en desequilibrada edificación de alzada arquitectura. Cuando dábamos por finalizados los juegos, arrasábamos a patadas todo lo que habíamos construido para que otros niños no pudieran jugar. Lo más triste es que la destrucción de nuestra obra la acompañábamos de una canción, imposible de transcribir aquí la música, pero sí la letra: “Yo que lo he hecho, yo que me aprovecho, Yo que lo he hecho, yo que me aprovecho”. Para mis padres eso era tener mala condición.

      CUATRO.-
                 La clase obrera ha eliminado la palabra organización de su vocabulario. Ha eliminado también el vocabulario, y se ha eliminado como clase. Disuelta en otros azúcares de muselina, pastas para las cinco en el salón de té, la pobre clase obrera nunca fue tan pobre, cree que así, con su miedo y su hipoteca puede aguantar la eventualidad de la vida votando al Partido Popular, mientras se hace el distraído los domingos por la mañana montando en mountain-bike. Porque la clase obrera lo que quiere es que no se le note que está ahí, pasar desapercibida, que la dejen en paz. Tiene miedo, mucho miedo. Practica el miedo del individuo elevado a la categoría de indiferente y solo. Gritó estampida y en la huida murieron todos. El 15M dice que hay que organizarse desorganizados. ¿La base social del 15M es el lumpen-proletariado, o como dice el poeta Batania, son los futuros mandamases políticos?


Que a qué viene todo lo anterior. Pues que entrelazando cada gesto podemos llegar a verle la cara al alma, y también podemos ver, cómo una y otra vez nos engañan los gobiernos. Los gobiernos nos engañan con nuestro cómplice consentimiento, puesto que en el fondo de ese alma, sabemos que nos engañan. Y más en el fondo del alma, llegando ya al infierno, si nos engañan también nos importaba un bledo. Y que cuando el otro, en este caso el enemigo, habla un lenguaje, un solo lenguaje, o lo hablas o el otro, en este caso el enemigo, no te entiende. ¿No es la muerte el lenguaje que hablan los yanquis?. Hablemos su mismo lenguaje y nos entenderán. Por si no me he expresado bien: tomemos al asalto cual corsarios, con sables entre los dientes, el barco pirata al que llaman Estados Unidos y que navega sin rumbo por los mares del mundo, con patente de corso. No al terrorismo, porque desde que terminó la segunda, estamos en guerra.

Vacaciones

Fue imposible que me tocara la lotería. Así que regreso al curro, y sigo en la ciudad de arena asombrado y triste. Sobre todo desde que ayer me enteré que el gobierno socialdemócrata ha convocado elecciones para el 20N. La fecha es una broma. Zapatero ha pensado que como las va a ganar el PP, así tienen dos fechas que celebrar de aquí en adelante. Como despedida chirigotera vale.

Como todos los fines de semana esta ciudad de arena intentará desmoronarse en un deslavazado artículo que está en el horno.

Salud.

martes, 21 de junio de 2011

INVESTIGACIÓN CRIMINAL


El poeta se trajo de la biblioteca (libros para tirar) “Los premios” de Julio Cortázar. Al poeta le parecía una atrocidad que el libro terminara en la basura. El poeta encontró entre sus páginas un billete de RENFE con fecha, 28 de Mayo de 1986. El billete había vivido en el libro todos estos años.  El libro era de una edición de Diciembre de 1976. Echas las cuentas, hasta la fecha de hoy, 25 años y 24 días encerrado entre las rejas de papel.


Todos los billetes de RENFE tenían por entonces un número de cinco cifras en la parte inferior (en la actualidad, el poeta usa poco ese transporte, y desconoce el formato de billete que se expende). El poeta sabía que tenía que comprar ese número de lotería. Y en el primer quiosco de la ONCE que vio, lo pidió. La máquina expendedora escupió el número 74159, para el sorteo del Viernes 24 de Junio de 2011. Y el poeta, el 24 de Junio de 2011 se hizo rico al recibir nueve millones de euros. Y el poeta puso estas palabras en su blog y se hizo el silencio.

PD
No vayáis todos a comprar el número: Todo está escrito de antemano.

domingo, 19 de junio de 2011

MNEMÓNICO

     El hombre inventa la escritura para no olvidar; es un recurso mnemónico. La mnemotecnia es el arte de aumentar el poder de la memoria. La memoria histórica de la que carecemos, convierte en ganadores siempre a los mismos. Y en reaccionarios stalinistas a los que están empeñados que la pequeña biografía de uno (sin ir más lejos yo) se vea empañada por sus sistemáticas y frívolas opiniones sobre los hechos que acaecieron y de los que fui protagonista. No dan la cara jamás, pero intoxican. Poco porque en su ámbito abarcan poco. A pesar suyo sigo haciendo historia. Reto: cuando quieran la discutimos. Coletilla: en esta sociedad vigilada, como nunca, por el Estado, existe un prototipo de agente que recoge los vicios del burgués y desde posturas pseudo comunistas (léase Comité Central) depura al otro, al diferente. Para defenderme de ellos reclamo el derecho a la paranoia como eficaz método de autodefensa. Y la palabra como bala vengadora. La clase obrera debería montar el arma, aunque no montan ni la marimorena. 

 

      Memoria: ¡Ah pequeña caja de caudales, donde se celebra un eterno baile de neuronas, con la consiguiente experiencia neurótica. El año 2010 fue un año redondo para recordar todo tipo de efemérides, eventos, situaciones: 8 de Diciembre de 1980, 30 años del asesinato de John Lennon; 35 años de la muerte del asesino Franco en la cama incómoda de un hospital, pero en la cama. 40 años de la muerte del escritor Jokio Mishima, que se hace el “hara-kiri”. De la desgarrada voz de Janis Joplin (la mejor) y de la desgarrada guitarra de Jimmy Hendrix (el mejor). 45 años del asesinato de Malcolm X, situado políticamente a la izquierda de Martin Luther King. 50 años de la muerte en accidente de coche del magnifico, entrañable, Albert Camus. 60 años del suicidio del poeta piamontés Cesar Pavese: “Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más”; pero nos dejó estos versos: Aún combatiremos,/ combatiremos siempre,/ pues buscamos el sueño/ flanqueados por la muerte,/ y tenemos voz ronca,/ frente baja y salvaje/ y un idéntico cielo. 70 años del asesinato de León Trosky por los mismos elementos citados al principio, en este caso miembros del P.C.U.S. y del K.G.B., contando con la estrecha colaboración, en su ejecución, del P.C.E. encarnado en la cabeza pensante de Dolores Ibarruri alias “La pasionaria”, que puso toda su pasión (recomendó para el “trabajito” a su amiga María Mercader y esta puso en el asador estalinista la carne de su propio hijo Ramón) en el asesinato del Ex jefe del Ejército Rojo, el cual se resistía a morir, a pesar de que el extraordinario pintor-muralista David Alfaro Siqueiros ametrallara su casa en Coyoacán (México). 110 años de la muerte de Oscar Wilde, empachado de la apestosa moral burguesa y afectado de una boba otitis que deviene en meningitis: 30 de Noviembre de 1900. 135 del nacimiento de Rilke: Praga 4 de Diciembre de 1875, poeta: “ El que yo hiciera ruido no sería en ti más perceptible / si tú no me sintieras porque soy “. 410 años del nacimiento de Calderón de la Barca, que dijo que la vida es sueño, y cuatro siglos después aún estamos de acuerdo con esta delirante ensoñación: realidad y sueño mezclados en una historia perfecta de encuentros y desencuentros, donde se disuelve el hombre. Este hombre que confía en él (¿o no?) y en el modo de organizar su vida: sólo 1300 personas se suicidan al día en todo el mundo. Prefieren volar a una nube.

          Hablando de nubes, nunca me ha parecido bien que las hojas de los árboles terminen cayendo al suelo para que la gente las pise. Deberían saltarse la ley (para eso están las leyes) de la gravedad y “caer” hacia arriba, que el cielo las engulla, en un efecto similar al de la evaporación, para que más tarde caiga del cielo una dulce lluvia de clorofila que nos pinte de verde y que abone el paisaje. Lluvia verde.



          La lluvia. Una fina corriente de agua que se desliza por una roca se convierte un poco más abajo en río Amazonas y ante la contemplación de esta maravilla puedes llegar a descubrir que las lágrimas que derramas van siempre a parar a la mar. Pero si te sientas sobre la roca y contemplas como se desliza la fina corriente de agua, si fijas la mirada en ella entrecerrando los ojos, al cabo de unos instantes, en la estrecha abertura de tu pupila, primero aparecerá una perla de cristal y luego veras el fondo del mar. Es en ese instante único en el que una delgadísima lágrima se desliza por tus mejillas, cae sobre el agua y se incorpora a la corriente, cuando se completa el misterio de la felicidad que va a acompañarte el resto de tu vida.

La memoria del hombre ardiendo en la ciudad de arena, que tiembla feliz, pisoteada sus calles por primera vez en muchos años, por los pies de gente que la quiere transformar.

domingo, 12 de junio de 2011

Razones de un filosofo trasmutado en poeta.

          El otro día /ayer o hace unos años, qué más da/ alguien con vocación de poeta y científico, (no puedo decir el nombre) pretendía lanzar toda la literatura del mundo a un agujero negro para obtener una respuesta del universo, o también dándose una vuelta por las otras orillas de las estrellas atrapar por la espalda la pregunta que estamos esperando que Dios nos haga: ¿Qué leches queréis?. Un filosofo me dijo que no esperemos nada, que al séptimo día Dios no descansó, murió: Se había traducido mal, de los Manuscritos del Mar Muerto, hallados en la cueva, la palabra “descansó” como la acción de estar cansado, por el hecho de estar muerto.


    Sin Dios. Sin líderes. Sin mitos. Sin ejemplos. Sin principios. Sin espejos: crisis de valores. Y si es así, esa crisis busca su antídoto, la pregunta ¿de qué valores? El valor. El valor, aparte de entrar a oscuras en una calle fondo de saco esperando el fulgor de la hoja de acero, es sobre todas las cosas, explicar por qué hay que correr el “riesgo de la puñalada”, cuando en el riesgo no hay nunca resultados eficaces, y sí mucho espontaneísmo, peligroso para la seguridad que reclama la población temerosa, insegura ante el fondo del oscuro callejón, ante lo que no conoce, temerosa de un mundo que cada vez con más fuerza no sabe ofrecernos otra cosa. Y no digo qué cosa, no pronuncio su contenido, el nombre que lleva dentro, no doy señas de identidad. Acentúo cosa, hago hincapié en las cuatro letras, que anagrama ágil se coloca ahora formando asco; para más tarde dicha palabra, resolviendo el misterio del miedo, nos lleve al temor original del brillo metálico en la oscuridad: saco. Tres palabras en una, el triángulo, el ojo de Dios: cosa, asco, saco y otra más que cierran su misterio, no porque sea llave, pero sí cerradura: caso. No resuelto del todo, porque el caso hombre es un misterio, mucho más allá de las propiedades de un dios cualquiera. Nace el pensador, que para hacerlo, si quiere progresar en él, debe obviar la trinidad. Inventa el cuadrilátero, se enfunda guantes de boxeo y obliga a Dios a fajarse en su terreno, aunque sea de lona, lejos de las ventajas del Divino Cielo. Y el hombre gana todos los combates.

          El pensador evoluciona para alejarse del mono, excluye al otro en la diferencia. Su evolución se fragua a costa de las otras criaturas. A la vez que se hace racional madura en la irracionalidad de sus decisiones; pero al interrogarse vive en un circulo concéntrico donde él es la piedra que golpeó el agua, la pregunta por tanto encarnada en el objeto, está en el fondo, reside en las profundidades. Es así como el hombre es arrastrado hacia las simas por su incapacidad de arrojar el lastre que es el propio hombre: inventa las guerras, creyendo que así se mata, cuando lo que hace, en la diáspora, es exterminar al otro. Pese a los esfuerzos por encontrarse (en el milagro se reencuentra) no se extingue, y el planeta que era de agua ahora es un gran espejo donde se mira una y otra vez. El espejo.


          Otra palabra tiembla, sin duda, encerrada por el misterio original: qué. La pregunta le mata demasiado, y no dispuesto a morir, nuestro filósofo se hace recolector de plantas, hortelano, druida que en la pócima para sanar, encuentra otro misterio mayor: el dolor, la muerte. El materialismo le avasalla. Filosofa. Reegresa. Qué sigue siendo. Está. “Veila hay” decía mi bisabuela Irene. Lo notaba.
          No es posible hacer pensamiento en español, lo dijo Heidegger. ¿No es acaso el chiste, la ironía, el humor, lo que impregna nuestro carácter de filosofía, nuestra escuela filosófica? Sepan aquellos pensadores que precisan del alemán y del griego, que para entenderlo, ya hemos vestido a Nietzche de torero; que lo sepa el malicioso pensador que le hizo el comentario años ha, a Savater.
          El pensamiento español no nace en la poesía, sino en la novela, en el ensayo, y anda dándose coscorrones en la prensa escrita. La poesía no va a determinar nada, porque el poema es la conclusión del todo, su resumen. El total de esta suma de facto y de factores. De la oportunidad del lenguaje, nace un oportuno filósofo. Se mezcla con la plebe. Siendo oportunistas con la lengua construimos otro modo de filosofar. Pueblo y filosofía: el pensamiento oportuno, ese del que más tarde nacieron los oportunistas. Bastantes peldaños más arriba, en la escalera hacia el cielo: los poetas; ¿o hay dos escaleras, una que sube y otra que baja? Definitivamente Dios es desalojado; y desde hace unos años se refugia en una mazmorra del Vaticano. Allí un arquitecto llamado Pedro y un carpintero de nombre José, cocinero y camarero respectivamente, le sirven bajo la puerta raciones de comida. Jesús juega a los dados con Einstein.


          Tal vez el pensamiento español ha tenido (ha pasado) demasiada hambre, se piensa poco hoy como consecuencia de la pereza adquirida en el pasado cuando estábamos con el estómago vacío, y ahora es hábito; a pesar del fósforo que inunda nuestra corteza cerebral, fósforo que al darle salida a través de la palabra puede incendiar el vuelo de las mariposas; el viento de su millón de alas sin embargo apaga cada día el incendio que es el hombre. En el horizonte la tripa oronda del ocioso; abajo, el trabajo; en Utopía, el ocio permanente; arriba, el poder.
          Nietzche quería por sobre todas las cosas ser poeta, apostaba por la farsa ante la soledad del superhombre que lo hacía soberbio. Gloria Fuertes, un día de prímulas y luz, me decía: “Qué sería de Dios sin nosotros”. Qué sería la filosofía sin los poetas. A estas alturas quizás podamos evitar el verso, pero no al poeta. También el poema encierra en su cofre de contradicciones a un insolente poeta (la insolencia es una licencia que no puede permitirse el filósofo) que lo usa de caja de Pandora. Poesía eres tú, filosofía es el mundo. Ahora puedes realizar la operación dialéctica entre estos dos elementos. Ejemplo:
          En la película “Martín H”, el protagonista, encarnado por el actor Federico Lupi, un argentino que vive en España, recuerda que un día echaba en falta algo de su país, nostalgiado descubre que en España la gente no silba por la calle. En ese momento, en un dialogo interior con él, le apunté que está mal visto, porque es signo de ordinariez y provocación chulesca; como pude comprobar un día de primavera en la que salí a comprar pan y el fornido panadero ante mi felicidad expresada con una suave melodía silbada en moderadísimo tono, me llamó chulo, invitándome a abandonar su casa, que era su tienda, etc.


          Conocer y discernir. Estamos en tránsito, de paso, en un movimiento emparentado con la línea recta y que para eludir los círculos viciosos, el saber inventa la dialéctica, que nos dará una perspectiva de los otros movimientos que se acercan de frente. Discernir por tanto será El Acto Natural.
Y la ciudad de arena se va llenando de asambleas que es la mejor manera de hablar. Y de pensar.


Móstoles siglo XXI (Aún)

domingo, 5 de junio de 2011

EL OTRO LIBRO


...el otro tigre, el que no está en el verso.
-J.L.Borgues-

         El pasado 23 de Abril se celebró el día del libro. Y aquí en Madrid acaba la Feria del libro, 2011. Yo que he leído libros y leo libros para que todos puedan leer en mí como en un libro, puedo afirmar que la causa por la que no se leen libros en mi país es porque estos no se usan para vivir. Se usan para distraerse, para evadir la mente, para pasar un rato distraído. Luego el lector regresa a está realidad. A el día a día. Pues bien: mentira. El libro es la realidad que nos salva de esta falsa realidad ordinaria, soez, canalla. Los libros no se usan para vivir. O bien porque el uso que se les da forma parte de una ética dónde el saber siempre está remunerado. No se lee, se estudia. Se compran coches, porque se usan. Se compran casas porque se usan. Y chaquetas y camisas. Cuesta trabajo aprender cosas que sirven para enriquecer nuestros suspiros o los latidos del corazón. Creemos que sus enfermedades las curas el cardiólogo. Pero el uso que se puede hacer del libro no se sabe. En las escuelas, en las universidades esto no se enseña porque lo que la sociedad necesita es un hombre con pericia y solvente que dé soluciones efectivas a problemas que entroncan con la técnica y la mecánica, mucho más que con el pensamiento o el alma: es preferible conseguir una fría plaza de garaje antes que amar un libro, por tanto necesitamos arquitectos, no escritores. De hecho el Exmo. Ayuntamiento construye plazas de garaje para facilitar el aparcamiento de los coches. Jamás construirá libros para facilitar el fluir de los sueños, que es como realmente se cimienta el hombre (No me engañen, ya sé que hay bibliotecas).



         Ray Bradbury, en Fahrenheit 451, da una solución redonda al uso del libro: si como parece estos tienden a desaparecer (a pesar de que la industria editorial cada vez vende más libros, pero se lee menos) que cada hombre se aprenda uno de memoria, que a su vez enseñará a otro hombre, y este a otro, etc. Hay otros usos. La poesía es un arma cargada de futuro, escribió Gabriel Celaya, úsala contra el enemigo, añadió alguien. Sigue habiendo más usos. Hay gente incluso que compra libros para pasar un rato de distracción y olvidarse de los problemas cotidianos que a todos nos afectan; pero hay los menos (esos que son cuatro) que leen libros para constatar su locura y su catástrofe y comprobar que con ambas se puede vivir más y mejor; que leen para redondear la crisis personal y encontrar el cero que les prometió un poeta. Hay gente que lee libros para morir con otros, o para morir directamente, porque hay gente que usa el libro como un suicida, revólver en mano (¡Cae agua de revólveres lavados! –César Vallejo-) sus páginas de negro cañón meten balas de letras en su cerebro y ya será para siempre el hombre alejado, el hombre humano que todos desean olvidar porque con una sola palabra mataría tus ilusiones, o tu fe, tu caín.
         Más no idealicemos, no pasa nada si no se lee. Se es más torpe, se es menos comprensivo, menos tolerante, más dogmático, una especie de cafre, un redomado analfabeto institucionalizado con orden de ser zopenco, ¿y qué?. La necesidad decidirá en su momento que hacemos con ellos, y ellos decidirán qué hacen con nosotros, nosotros y ellos decidiremos qué queremos de nosotros.
¿Pero esos autores que escriben de nosotros de qué nosotros escriben?, ¿por qué no escribimos nosotros de nosotros mismos? Ha sido la burguesía quien ha hablado de nosotros siempre, autor por autor. Y si algún autor ha hablado en sus libros de nosotros yo diré que volverían a asesinar a Lorca, a todos los Lorca, no importa el número, y nosotros no moveríamos un dedo, por la sencilla razón de que no hemos aprendido a USAR a todos los Federicos del mundo para seguir viviendo.



         ¿Cómo podemos defender el uso del libro en un plano de bondad, si hoy el libro es un artículo que podemos obtener cuando vamos de compra a las grandes superficies, (nunca a las anchas alamedas) junto a las camisas, un tiesto de flores, o unos cuantos chorizos y morcillas porque se celebra la semana gastronómica de León o Extremadura?. Este “concepto” deformante, este interés por desnaturalizar el libro, esta osadía del desconocimiento, el desprecio hacia lo que ha sido tan estimado en otros tiempos, hoy forma parte del consumo esquizofrénico de esta sociedad que valora altamente el estrés, porque esa es su cultura y en ella los libros, lo que representan, lo que esconden, insinúan, le viene tan grande que presumir de ignorancia está bien visto. La solución de este analfabeto funcional es darle al libro y lo que representa, brillo de brillantina, lomos de estantería, y repujados de cristal, para que juegue con la cristalería. Y son mayoría. Lo serán siempre.
         Como homenaje al libro y al uso que he hecho de él a lo largo de mi vida valga un ejemplo: Prometeo robó el fuego para los hombres. Robó las semillas de fuego de la rueda del Sol y las trajo ocultas en un tallo de Férula. Se llama Férula a la planta Cañaheja, que en mi tierra la conocemos por el nombre de “cañimana”. Si bien Prometeo usó el tallo grueso y seco de la planta para esconder en su interior las semillas, los jovencitos usábamos las umbelas secas de 12 a 15 pedicelos o radios de sus flores muertas (que en plena floración son esferas amarillas semejantes al sol) para transportar los frutos de la zarzamora y que luego solíamos regalar a nuestras chicas preferidas. Aprendimos de Prometeo el misterio de la dádiva como fin que justificaba los posibles resultados conseguidos en la rueda de seducción: transportábamos los frutos y el fuego para ellas. Más tarde aprendí que el fuego tenía un nombre y se lo puse. Y di nombres nuevos a las cosas que ya lo tenían de otra manera. Con otro sonido distinto.Y la ciudad de arena sonreía.


Tomás Rivero, Móstoles Junio del año de 2011 y primavera, tiempo en el que los poetas deciden suicidarse porque su ciclo coincide con la eclosión de las crisálidas.

P.D. Espero que Loli llene su hostal de libros. Espero que
tome nota y use el libro de hoy en adelante para desaprender.

domingo, 29 de mayo de 2011

EL VASTO VOTO

             En las pasadas elecciones municipales hemos votado en secreto. Hemos votado pero nadie supo a quien le dábamos nuestra confianza para que se exceda con nosotros otros cuatro años. El voto es secreto. Se debería votar a mano alzada, y en pequeñas asambleas de barrio a celebrar por todo el país. Pero el voto electoral es secreto. El empecinamiento que se pone para que esto sea así, ha hecho que de forma insolente ese supuesto derecho se imponga. La práctica del secreto nos lleva al secretismo. Las elecciones por lo tanto son un sistema de camuflaje perfecto para posibles manipulaciones, o bien directas, o a través del lavado de cerebro vía propaganda. El voto es un reflejo que junto al secreto se colma de reflejos condicionados. El voto no debería ser secreto, nosotros tampoco. Hoy más que nunca sabemos que todo es mentira, y que la mentira reina en el marco virtual de irrealidades donde presuntamente queremos vivir con la verdad. Luz y taquígrafos, testigos y revolución: la verdad. El secretismo del voto hace que nuestro yo particular se convierta en una exagerada aberración llamada yoismo. La defensa del voto secreto que se repite hasta la saciedad, y que nadie pone en duda, es una defensa a ultranza del voto como un bien propio de naturaleza intrínseca, “derecho” que la democracia burguesa nos regala, y que nosotros hemos conquistado usando sus maneras de organización. El inconveniente del voto es que tan sólo sirve para votar, no para opinar, opinar lo que se dice opinar aquí no opina nadie nada, y con un voto convertido en secreto menos. Los canales de opinión no existen para nadie, en todo caso canales de televisión. Y si en un arrebato se te ocurre opinar y escribes sobre el voto: HIJOS DE PUTA, por ejemplo, pues llega el presidente de mesa y lo declara nulo, añadiendo de coña: “Es que tiene tachaduras”. El voto es algo que nos han dicho que va unido con la persona: un hombre, una mujer: un voto. Este derecho más tarde se hizo secreto, y es asumido de tal manera ese “derecho al secreto” que pareciera que viene incorporado en el cordón umbilical a la hora de nacer, y que además este es un bien de nuestro yo más yo: el más cerrado y clandestino. Así que cuando vamos a votar, quien vota es el “otro”, el real, el autentico, el que no conoce nadie: el malo, porque sólo los malos tienen secretos. Tu vecina te saluda en el ascensor y tu vecino en el portal, pero no saben a quién votas. Ni tú a quien votan ellos. El voto secreto pareciera que nos enaltece. Nos da altura. Pero lo real y autentico es que cuando votamos nos negamos la libertad, la parte más noble de nosotros se pierde en una supuesta libertad individual ejercida desde cierto anonimato que nos hace impredecibles, oportunistas o tal vez cobardes. Cuando usamos nuestro derecho al secreto y al voto, nos imbuimos de un cierto poder, de una ligera ventaja sobre su contrario: lo público, a quien se la tenemos jurada, ya que la libertad de lo público hace que nuestra personalidad yoista se debilite ante la luz del día. La génesis del voto no es secreta, el voto en todo caso nació particular, propio, único, insoslayable, pero desde luego no secreto. Cuando yo voto siempre voto yo, pero debería ser levantando el brazo, repito. Un hombre un brazo, y así el voto se materializa: tiene rostro. El voto depositado en una urna es virtual: llegó hasta allí pero no lo puso nadie. Esa no procedencia del voto lo hace anónimo, de ahí que el candidato elegido se deba a nadie, y que toda su gestión posterior viva en el anonimato. Así que el edil, el diputado, el señalado, cavila: “¿Quién va a partirme la cara si no cumplo, o quién va a fiscalizar mi gestión?”, respuesta: nadie. Nadie, porque los votantes se amparan en el anonimato de un voto abandonado en una solitaria urna, y como no dan la cara, la verdad será encerrada junto a sus votos de papel para siempre; engominados candados que echan en sus sobres de miedo donde quedará eternamente presa. Además, que en esa “no verdad” del voto secreto vive otra mentira: el que dice que me vota en realidad vota a otro. Y si el votante le parte la cara al concejal, se descubre.
Puerta del Sol, marzo 2010.
             El devenir secreto del voto generará una vida mucho más secreta: por correo, por fax, por internet, con pasamontañas, capirote de nazareno, o capucha de verdugo. El voto secreto es una prolongación de nuestras “cosas” secretas. Y ya podemos decir que vivimos en una “sociedad secreta”. El secreto forma parte de nuestra intimidad, nuestra intimidad y el secreto forman un todo, nos decimos: ¿cómo puedo tener intimidad sin secretos?. Si yo oculto yo tengo, por lo tanto soy. Tener secretos y saber los secretos de alguien, aprendiendo a su vez a “usar” esa información contra el otro, nos hace poderosos y temibles, ante los que, pobres, no saben nada. La razón de ser del secreto es por tanto para usarlo contra el otro. Un hombre sin secretos no es digno de mención, no es necesario en ningún organismo del entramo estatal, no es válido, no sirve para nada.
             Nuestros cuerpos se visten para abrigarse, pero sobre todo se cubren para ocultar. Uno siempre es la medida de su secreto y el fracaso de sus ropas. Hasta donde lleguen ellas le seguirá nuestra carne. Son inseparables, a pesar de que yo creo que nuestra intimidad debería de tener cosas más importantes que guardar que un mísero voto, que además dependiendo de a quién se lo demos, demostramos con quién estamos queriendo ser íntimos, lo cual a su vez nos dará una idea de lo que entendemos por intimidad y sobre todo hasta dónde apreciamos lo que puede dar de sí nuestra carne íntima. De cómo nos valoremos depende nuestra prostitución. Autoestima. Y el lugar secreto que hemos elegido es una roca hueca, que dejó de ser cueva, y a la que ahora llamamos alcoba. Dentro de ella se encierran todos los cuerpos y moran los misterios. En algunos hogares las mujeres se preguntan quién es ese hombre desnudo con el que fornican, pues su marido y el voto, los dos, son secretos.
             Pero a estas alturas, tarambana y voluble, la Lógica, caprichosa irónica y cínica a la vez, impone su venganza por caminos de misterios y sombras cuando todos, sin ponerse de acuerdo, sin asambleas ni mítines, sin algarabías (sin pancartas, que diría Aznar “El Reaccionario”) que deslucen la vida sosegada de la ciudadanía, “mayoritariamente”, esta vota al mismo partido. ¿Qué ha sucedido?. Pues que no somos tan originales como creíamos. El inconsciente colectivo habitado de arquetipos: dioses y símbolos, como por arte de magia ha “entendido” el mensaje que durante cuatro años, periodo entre elección y elección, nos han inculcado a golpe de ritos, donde los comentarios y los bulos, la verdad y la mentira, lo real y la ficción han servido para que la población termine sin proponérselo practicando el centralismo democrático, que es esa especie de acuerdo tácito que impide sacar a relucir los trapos sucios. El Secreto. Y cuando se procede al recuento de votos, el votante descubre que su secreto era el secreto de otros nueve millones, y que los nueve millones de secretos han ganado a los secretos perdedores de los demás.
Extraviados en la estepa caminamos en círculos. Nadie conoce la ruta o la dirección correcta, y si preguntas, señalan al otro: pregúntale a ese.
Y la ciudad de arena se desmorona un poquito más.