40514

Me llamó la atención que la página par llevara el número (digamos) 40514 y la impar, la siguiente, 999. La volví; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequeña ilustración, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un niño.
Fue entonces que el desconocido me dijo:
-Mírela bien. Ya no la verá nunca más.
Me fijé en el lugar y cerré el volumen. Inmediatamente lo abrí. En vano busqué la figura del ancla, hoja tras hoja.

(El libro de arena. Jorge Luis Borges)

martes, 27 de septiembre de 2011

POÉTICA

  
Soy de naturaleza inadaptado porque poseo una elevada comprensión de la desigualdad social. Empecé estando en contra de la desigualdad social. Actualmente estoy en contra de la sociedad que permite la desigualdad. La diferencia está en que al principio creía que tenía la posibilidad de encontrar cómplices, o si se quiere hermanos de sangre que padecían como yo esta desigualdad, pero años después comprobé que era el único que desaprobaba la desigual y que a esta sociedad, en los hechos, le parece bien que haya siempre una latente desigualdad porque así ellos pueden ser otro, o diferentes, o cambiables: entendieron la funcionalidad de la pieza de recambio.


Mas esta desigual que nosotros nos imponemos, junto a los dones del individuo que me posee, hacen en mí su trinchera y desde ella intento hacer comprensible las palabras, los gestos, un ademan, el mundo, este campo de batalla donde sobran las palabras. Así que para hacer necesidad de lo innecesario, me pongo a escribir, más como parte de otro gesto (de rebeldía), que por una comprensión de la estética o la belleza. O la academia. Son otras reflexiones subjetivas las que me abocan a investigar en la catástrofe, en el peligro del abismo personal. Así el subjetivismo se hace más evidente con el pasar del tiempo, y porque ese tiempo va terminando con el gesto de rebeldía y con el propio gesto (la izquierda se desnuda) y el subjetivismo se desarrolla hasta límites bastantes sospechosos. En esas sospechas me investigo.


Pero rendidos o no, habiendo depuesto las armas, o no, se me hace vital entrelazar palabras, sin ser consciente del tipo de hilo que estoy usando para coser. Palabras con un significado entre el mensaje de aviso (el que avisa no es traidor) y la contemplación personal del entorno, de cómo todo un páramo, un erial, el desierto, se va acumulando granito a grano en un folio. Si yo contemplo ese paisaje el resto también debería. Descifrar claves. He aquí el mensaje. He aquí mi dolor. A veces me abruma la humildad, ciertos defectos piadosos, yo también, al igual que Vallejo, con padre y madre, me retuerzo en la orfandad. La niñez donde uno siempre habita solo, perdido sí, pero sin querer ser encontrado: No me vayan a haber dejado solo,\ y el único recluso sea yo. C. Vallejo.


Y desde la escasez de conciencia de clase que el mundo presume, mi empatía con el personal es breve, escasea. No comulgo con ruedas de molino: las uso para el tirachinas. Pobre de mí con ese arma tan lejana en el tiempo de un David como yo sin un Goliat claro en el horizonte al que apedrear.

Y ahora gritemos todos: ¡¡Viva la poesía!! Pero la poesía, no la terapia. Las médulas con su categoría de semen impregnando el lienzo de flujos orgánicos. No la receta de cómo encontrar la espiritualidad en un libro de autoayuda o en un best seller. No hay best seller, tú eres el poema, hay que dar un salto: deja de leer novelas, no hay novelas. El salto se llama POESÍA.






Imágenes bajadas de la red.

domingo, 18 de septiembre de 2011

CHE, CHE, CHE.

1967-2011. En Octubre (8 de Octubre de 1967) se cumplen 44 años. Cuarenta y cuatro años que él caminaba por entre jaras y piedras que el tomillo perfumó. En la selva boliviana no hay, ni ha habido tomillo jamás, me corrige el biógrafo. El Che tenía asma, había que hacerle salir de la selva húmeda para traerlo al monte extremeño, a la serranía andaluza, a la meseta castellana; pero no pudimos, no fue posible que el Che respirase otros aires. Se equivocó. Las condiciones objetivas para respirar y para la revolución (¿acaso no es lo mismo?) estaban dadas en el estado español. Nunca en Bolivia.




En aquellos días en este país, andábamos demasiado enfrascados con los dioses, en la necesidad de un mito,dos,tres; y los nuestros estaban en el exilio: Francia, URSS..., con la mitad de ganas que el Che de aprovecharse de las condiciones objetivas.
 Muchos compañeros querían un Lenin soviético en la fábrica, en la oficina, en el taller; y el P.C.E. tenía todo el crédito. Prescindieron del Che. Algo romántico para aquellos tiempos, de politica práctica y efectiva. Concreta.



Y aún hoy, imbéciles apocalípticos, pequeños burgueses con mala conciencia, árbitros de la vida y de los sindicatos, directores de los partidos obreros, negociadores en los comités de empresa, románticos y desencantados, adornan su vida con una mala foto del Che, o su solapa con una chapa del querido Ernesto. Ese fue su compromiso. Hasta ahí dieron de sí.

Algunas veces, de tarde en tarde, al amanecer de mis madrugadas, encuentro pintadas en las paredes de la ciudad dormitorio: "El Che vive". Me digo que no. Que va. Murió asesinado hace 44 años. Lo que vive es la vida con su mar y con sus náufragos. Lo que vive es la tierra con sus campos sembrados y sus fronteras. Y el cielo con sus aves migratorias y sus aviones de guerra. Lo que vive son las largas caravanas de coches, en una carrera de prisas, por autopistas hacia el fin del mundo. Lo que vive es el paro, y el ruido que hacen los sables de la democracia buguesa, la crisis económica y la otra, la de siempre, la más importante: la falta de conciencia de clase. Mientras, la iglesia, el ejercito, el estado y su cultura circulando por todas nuestras venas, y sin embargo creyéndonos portadores de una verdad importante, personal, única. Siempre el culto a la personalidad. Hay una línea entre este culto y el recuerdo que con facilidad pisoteamos. El rubor es la timidez liberada, su resultado la vergüenza: el P.C.B. puso tres condiciones para echarle una mano al comandante. La tercera era dirigir la lucha. A Ernesto le dio la risa, y con lágrimas en los ojos (de la risa, claro) a finales de enero de 1967 escribía: "Como me lo esperaba, la actitud del Partido (P.C.B.) fue evasiva en el primer momento y traidora después. Ya el partido está haciendo armas contra nosotros y no sé donde llegará, pero eso no me frenará y quizá, a la larga, sea beneficioso".


El Che no vive. Viven la crisis de su muerte los que le traicionaron. Max Gómez, cubano, trabajó para el espionaje norteamericano e intervino en la fallida invasión de Bahía de Cochinos; presume el muy imbécil de llevar el reloj que portaba el Che. El Che no vive. "Dispara sólo vas a matar a un hombre". Y no lo dijo con segundas. Era verdad, sólo era un hombre solo. Eso. Por mucho que se empeñen en chapas y carteles.

Han esperado 30 años para recoger sus huesos en una bolsa y regresar el mito al lugar del que partió: Cuba. Islote socialista que intenta vencer el repugnante bloqueo, y sobre todo lo que a la larga sería beneficioso para el proletariado del mundo, en proféticas palabras del comandante: superar el método stalinista de construir el comunismo. Superar a una de las fracciones mayoritarias de los trabajadores: los P.Cs.
Tania caería abatida un mes antes que Ernesto "Che" Guevara. La suerte estaba echada. Ocho de Octubre de 1967. Quebrada del Yuro. Henos aquí. Debidamente solos.

Su mirada nos dice que el viento sigue soplando. Y que nunca quiso ser un mártir. Aunque lo consiguió por que los hechos no dependían de su voluntad. Y le amputaron las manos para que no señalará a nadie.
Y la ciudad de arena se pone negra. De luto o de ira. Se compone esta ciudad y se descompone. Esta ciudad de arena se abulta y se alisa. Se pliega y gira, mira al mar y ve barcos que clavan sus quillas en las arenas del mundo. 



Foto del El Che, tomada de la red.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Jordi Dauder


Nota:

Robo esta entrada del blog de "Izquierda Anticapitalista", escrita por Pepe Gutiérrez, sobre el reciente fallecimiento de Jordi Dauder. Esa voz inconfundible, y ese gran actor, tanto en cine como teatro.


Notas precipitadas sobre Jordi Dauder

Viernes 16 de septiembre de 2011, por Mar
Pepe Gutiérrez Álvarez
Acaba de fallecer nuestro camarada Jordi Dauder (Badalona, 1938) de una muerte que ha sido también una liberación. Estaba francamente mal, el cáncer le estaba cercenando la vida, y no había calmantes para tanto dolor, aunque él permanecía en pie ilusionado con nuevos proyectos, como siempre. Teníamos pendiente ir a visitarlo el próximo 24 de septiembre, aprovechando un viaje a Madrid a una reunión extraordinaria de la Fundación Andrés Nin, con la que siempre colaboró, y para hablar en La Marabunta de Víctor Serge, uno de esos personajes claves de la cultura marxista revolucionaria de la que Jordi formó parte al menos desde mitad de los años sesenta, cuando estando en Francia colaboró con la redes de solidaridad activa con el FLN argelino que tenía formada la Cuarta Internacional bajo la batuta entusiasta del vilipendiado Michael Pablo. Jordi había leído a Víctor Serge en su idioma, o sea en francés, lengua que hablaba con tanta fluidez como el catalán, su lengua materna, o el castellano.
Jordi fue después, a su regreso a Barcelona y en la universidad, uno de los fundadores del POR siguiendo la disidencia de Juan Posadas, cuando éste defendía unas ideas en la que participaron no pocos militantes de la talla de Adolfo Gilly (con el que Jordi colaboró en la revista “Coyoacán”), o sea antes de convertirse en un personaje. En el POR militaron por entonces jóvenes como Diosdado Toledano, Antonio Gil o Lucía González que luego serían, como el propio Jordi, protagonista de la fundación de la LCR. De aquel tiempo data un encuentro con Manuel Sacristán que Jordi contará en su introducción, “Una noche con Manolo Sacristán”, escrito para la recopilación de textos que acompañó la edición en DVD del “Integral Sacristán”, de Xavier Juncosa, una producción de El Viejo Topo, y un documental que debería circular mucho más de lo que lo ha hecho a pesar de las dificultades de su metraje. En este texto, Jordi nos releva una conversación con Manolo en relación a Trotsky, y muestra como éste ya se encontraba muy lejos de los cánones que todavía imperaban en el PSUC. Cuando estalló el mayo en París, Jordi no se lo pensó dos veces, y con un coche se plantó en el París de las barricadas e ingresó en el movimiento 22 de marzo en el que participaba la JCR con los neoanarquistas y otras corrientes. Una batalla que pudo recordar cuando –a través de una filmación- intervino en el acto que en conmemoración del 40 aniversario del mayo organizó Revolea Global en la Cotxeres de Sants, y en el que nos habló con su pasión y su altura intelectual Daniel Bensaïd, otro que se nos fue dejándonos más pobres.
Durante muchos años, Jordi Dauder fue el rostro a lo Fanfan la tulipe de la LCR en Badalona, todo un personaje de oratoria apabullante, que era respetado por todas las tendencias políticas que encontraban natural que emergiera como portavoz de algunas de las potentes luchas vecinales del momento. Eso sí, lo hacía, entraba y salía, Jordi era un militante “dandy”, alguien que siempre estaba allí a las duras y a las maduras pero al que no se le podía “coger” de una manera estable ni asegurar que asistiría a la próxima reunión que era “muy importante”, porque a veces se marchaba, casi siempre a Paris donde tenía alguna novia, o a Portugal para meterse de pleno en la revolución de los claveles, contactar con los camaradas de la Internacional. De algo así hablaría el mismo en una entrevista veraniega que apareció en “La Vanguardia” de Barcelona, cuando ya era un actor catalán famoso y en la que se retrata así:
“Jamás he tenido una verdadera "inclinación vacacional". En primer lugar, porque, por distintas razones, en la época del verano he participado muy a menudo en actividades socioculturales a las que me sumo siempre que puedo y que, para mí, son tan impórtan­os como mi propia profesión. Y en segundo lugar, porque mi actividad profesional no siempre permite vera­nar. Por otra parte, considero un error y un reduccionismo de cariz corporativista deslindar una profesión: todo lo que la rodea, y que es la vida. Me interesa todo lo que sucede y no comparto esa frase que a veces oímos: "Soy un artista y no me meto política." Además de ser, paradójicamente, una actividad política, coloca al artista en un Olimpo elitista alejado dé las "bajezas humanas". Mis veranos más importantes van ligados a la actividad socio-cultural. Y recuerdo especialmente tres.
  • Verano de 1975, Portugal y la revolución de los Claveles: participé junto al Movimiento de las Fuerzas Armadlas en su campaña de alfabetización y en sus actividades culturales. Allí también realicé un cortometraje sobre aquella magnífica convulsión social que sacudió a todo el país.
  • Verano de 1977: participé como miembro de la aso­ciación de vecinos del barrio de Santo Cristo de Badalona en la ocupación multitudinaria de tres hectáreas de terreno del polígono Montigalá para reclamar la construcción de una escuela pública que hoy ya existe y que se llama Llibertat.
  • Verano de 1993: después de rodar la película "Los baúles del retorno", con Silvia Munt y Patricia Gálvez, me fui a los campamentos saharaui del Frente Polisario a convivir con ellos y a realizar un reportaje sobre su terrible situación para la revista "El Viejo To­po", en la cual colaboro.
Como ando siempre a caballo entre lo profesional y lo sociocultural, si me preguntasen qué escogería para futuros veranos, probablemente diría que el festival de Aviñón y cualquier cita que convocasen los actua­les movimientos antiglobalización. Creo que es la me­jor manera de aprender profesional y humanamente. Lamento no poder hablar de sólo un verano del pa­sado, pero es que la vida sigue.»
Estas notas nos pueden dar una idea del activismo de Jordi Dauder. En el tiempo en el que militamos juntos en la agrupación cultural de la LCR en Barcelona en la primera mitad de los años ochenta, una agrupación en la que, además, estaba el personal de la Librería Leviatán, Gerard Romy, Mariano Delás, Xavier Giró, Joseph Casals, ulteriormente autor de una joya de ensayo histórico titulada Afinidades vienesas. Sujeto, lenguaje, arte, Premio Azagra de ensayo 2003, y otra gente, Jordi estuvo por medio de innumerables proyectos en un tiempo negado para la lírica. Entre ellos estuvo la creación de una revista de periodismo de investigación que le pusimos como nombre “Marxa” con Lluís Zayas con el que luego hizo una pelí, "Bufons i reis"; en la aventura “autogestionaria” del Brusi, también conocido como diario de Barcelona; en las reuniones con editores para crear un “Club del Libro de Izquierdas” cuando este material descapitalizaba las editoriales que habían sido de izquierdas; en la propuesta de crear una sección española del Instituto León Trotsky que presidía un poco tormentosamente Pierre Broué desde la Universidad de Grenoble…
Durante un tiempo, Jordi también trabajó en la citada librería, y juro que era un espectáculo verlo vender libros. A mí me gustaba de siempre echar el rato repasando ediciones, y hablar de todo un poco mientras el tiempo lo permitía, y pude ver muchas veces como aparecía alguien buscando un libro que no tenían en los estantes, y salir con tres o más que ni había pensado. Por medio había un encantamiento porque Jordi podía coger el hilo, que se yo, de Giorgio Bassani, y entrar en toda la literatura italiana. Era un encantador de serpiente casi tan refinado como Casanova, y lo pude ver de cerca. Fue en la época en la que el que escribe estaba amorosamente recién casado, y Jordi se había hecho un habitual en casa donde nos ayudó a tener un número de teléfono precioso en pocos días, y en donde pasaba horas Hablando de la vida y la muerte. Resultaba que mi compañera de entonces era una ferviente admiradora de Miquel Marti i Pol, y mire ustedes por donde, Jordi no solamente recitaba a las mil maravillas Estimada Marta, es que también era amigo del poeta de Roda de Ter donde estuvimos de visita aunque aquel día Miquel no pudo recibir a nadie. Llegó un momento en que mi compañera echaba en falta a Jordi con un entusiasmo que acabó poniéndome mosca. Así es que le dije en palabras textuales: "Escucha, para mí eres la primera, pero con Jordi te tendrás que poner en la cola”.
Sin quererlo ni beberlo, Jordi aparecía un poco en todas partes. Recuerdo que aparecía en la revista “Dirigido por…” en relación a un Festival de Cine Árabe que había organizado, su nombre figura en la refundación de “El Viejo Topo”, en campañas de solidaridad con Nicaragua (moisés arana, el cónsul de la época, siempre que me veía me preguntaba por él, ¿Por donde anda Jordi?. Después llegó el teatro, el cine y todo lo demás, pero por más que seguro que tuvo que trabajar como profesional en actuaciones que, de buen seguro, no estaba de acuerdo, nunca dejó de ser fiel a sí mismo. Recuerdo que allá a principios de los noventa, abrí “L´Eco de Sitges”, y me encontré con una entrevista con Jordi con ocasión de un seminario sobre actor dramático, y en ella efectuaba una encendida apología de la revolución. Siempre estuvo ahí, en todas las “movidas” de los actores a la par de Guillermo Toledo y otros, dispuesto a lo que fuese, a decir o recitar las suyas. Ahora ha muerto, y se habla de su brillante e intensa carrera de actor. También se dicen algunas cosas sobre su activismo paralelo, pero en el recuerdo de muchos y muchas de nosotros, Jordi Dauder sigue siendo un camarada de los que se hacen grandes con una causa, y también contribuyen a enriquecerla.

domingo, 4 de septiembre de 2011

DEPORTE DE MASAS, DESPACHOS Y BANDERAS

            Quiero manifestar aquí, en esta ciudad de arena que se construye y se destruye, se levanta para caer y triunfa para vivir en el fracaso, o fracasa para amoldarse al error, mi total desacuerdo y mi agriado ánimo, con respecto a la práctica del fútbol profesional como deporte de masas.



            Hace unos cuantos años, vi en “El País” (cuando “El Pais” no llevaba tilde) una viñeta de Forges, donde un futbolero lee en la prensa que han sido desalojados los vestuarios de varios estadios de fútbol ante llamadas anónimas que informaban de la colocación de libros. Ké vestias, concluía.
            Puedo asegurar, por evidente, que esos 22 hombres que pisotean la cancha son millonarios; así, lo que les mueve a jugar no es una filosofía ante la vida, ni siquiera una manera sana de vivir, dados los riesgos de la alta competición, el sobre esfuerzo al que los someten, no, es que jugando se gana mucho dinero. Correr detrás del balón, y empujarlo hasta la red significa gol a la hora de decidir cuál de los dos equipo gana la contienda. Mas llegar a hacer gol, su proceso, es la metáfora de lo que perseguimos en la vida, es el resultado de la jugada previa, el entramado del cual nos valemos para reducir al contrario con habilidad y fantasía, el regate. El engaño es una demostración de belleza plástica y juego de equipo, escondiendo el balón como prenda, pieza u objeto al que el otro no debe dar alcance. Las individualidades sistemáticas una falla del colectivo, y el gol una alegría como remate final de la jugada.


            El dinero viene a trastocar estas y otras cosas. Y como el dinero es valor, también es medida, y estos hombres miden su valor, su eficacia, y su técnica, resumiéndola en una sola palabra: dinero. Y lo que en momentos puntuales es de una gran belleza plástica, el noventa por ciento es una batalla encarnizada, cada día más, donde ganar el partido es la base fundamental de la razón. De toda la razón. Y de toda la fuerza con sus artimañas. La falta de deportividad es alarmante, las lesiones cada día más graves. E irrazonables suelen ser los hinchas que asisten a un campo de fútbol exigiendo a toda costa que su equipo gane, aunque para ello tengan que usar trampas, emboscadas, enredos, maquinaciones, métodos y vicios todos ellos antideportivos, de los que no son conscientes, (o sí) cegados por barriobajeras pasiones, que no por la belleza de la práctica deportiva.


            El jugador de fútbol en la alta competición, como colectivo trabajador, como hombre asalariado, (reciben un salario por vender su fuerza de trabajo, alto e importante salario, pero salario) es un hombre desclasado al cien por cien. Ningún colectivo está tan fuera de sus reivindicaciones como ellos, el dinero las cubre todas dados los altos porcentajes que reciben, su nula conciencia les aleja de la clase que más les apoya y les sigue: los obreros y los trabajadores. Su conciencia política, ellos que se mueven en ambientes “políticamente” influenciados por el dinero, suele ser plana; culturalmente son un ejemplo para la sociedad, que imita su “modelo” de vida. Nuestro “ideal” es el significado que ellos nos dan, que en el caso de Mouriño, (contratado por el Real Madrid para no hacer futbol, ante la magia del Barcelona) es patético hasta donde puede llegar con tal de seguir “disfrutando” del “juego” de su equipo. No tienen escrúpulos. La comprensión intelectual, razonada, sosegada, de las cosas no va con ellos, es baja, dándose un nivel de analfabetismo muy elevado: saben leer y escribir y pare usted de contar. Cuenta Valdano que él tuvo un entrenador que le prohibía leer en las concentraciones, porque para estar concentrado de cara a un partido de fútbol lo peor que puede hacer un hombre, es ponerse a leer un libro. Su simpleza política les encuadra efectivamente con la derecha, con la derecha y con la religión: todo el colectivo se persigna o se santigua al entrar en el campo, y también al abandonarlo, y al meter gol. Su fe consiste en seguir pidiendo favores, no les basta con el dinero que reciben, sino que egoístas se permiten el lujo de pedirle al Altísimo que les proteja de lesiones, que le de suerte, ganando él y su equipo el partido, tal es la confianza con la que tratan a su dios, que siempre es particular, como sinónimo de personal, es decir de propio: él es el dueño de una casa, una mujer bella, un cochazo y un dios. Cierran el circulo de sus supersticiones y su inmoralidad.



            Fichan cada año por el mejor postor. No tienen colores. Y se nacionalizan (El Estado no tiene problemas en darle la nacionalidad a los extranjeros ricos) para no ocupar plaza de extranjero, porque así pueden fichar en otros países. Van a por todas. No denuncian nada. Y nuestros hijos los coleccionan en cromos y los admiran.


Y  la ciudad de arena anota sus penas moviéndose en la noche. Busca en la oscuridad un sitio para deformarse, tomar cuerpo de piedra y resistir los vientos del hombre cobarde que la puebla.