40514

Me llamó la atención que la página par llevara el número (digamos) 40514 y la impar, la siguiente, 999. La volví; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequeña ilustración, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un niño.
Fue entonces que el desconocido me dijo:
-Mírela bien. Ya no la verá nunca más.
Me fijé en el lugar y cerré el volumen. Inmediatamente lo abrí. En vano busqué la figura del ancla, hoja tras hoja.

(El libro de arena. Jorge Luis Borges)

domingo, 18 de septiembre de 2011

CHE, CHE, CHE.

1967-2011. En Octubre (8 de Octubre de 1967) se cumplen 44 años. Cuarenta y cuatro años que él caminaba por entre jaras y piedras que el tomillo perfumó. En la selva boliviana no hay, ni ha habido tomillo jamás, me corrige el biógrafo. El Che tenía asma, había que hacerle salir de la selva húmeda para traerlo al monte extremeño, a la serranía andaluza, a la meseta castellana; pero no pudimos, no fue posible que el Che respirase otros aires. Se equivocó. Las condiciones objetivas para respirar y para la revolución (¿acaso no es lo mismo?) estaban dadas en el estado español. Nunca en Bolivia.




En aquellos días en este país, andábamos demasiado enfrascados con los dioses, en la necesidad de un mito,dos,tres; y los nuestros estaban en el exilio: Francia, URSS..., con la mitad de ganas que el Che de aprovecharse de las condiciones objetivas.
 Muchos compañeros querían un Lenin soviético en la fábrica, en la oficina, en el taller; y el P.C.E. tenía todo el crédito. Prescindieron del Che. Algo romántico para aquellos tiempos, de politica práctica y efectiva. Concreta.



Y aún hoy, imbéciles apocalípticos, pequeños burgueses con mala conciencia, árbitros de la vida y de los sindicatos, directores de los partidos obreros, negociadores en los comités de empresa, románticos y desencantados, adornan su vida con una mala foto del Che, o su solapa con una chapa del querido Ernesto. Ese fue su compromiso. Hasta ahí dieron de sí.

Algunas veces, de tarde en tarde, al amanecer de mis madrugadas, encuentro pintadas en las paredes de la ciudad dormitorio: "El Che vive". Me digo que no. Que va. Murió asesinado hace 44 años. Lo que vive es la vida con su mar y con sus náufragos. Lo que vive es la tierra con sus campos sembrados y sus fronteras. Y el cielo con sus aves migratorias y sus aviones de guerra. Lo que vive son las largas caravanas de coches, en una carrera de prisas, por autopistas hacia el fin del mundo. Lo que vive es el paro, y el ruido que hacen los sables de la democracia buguesa, la crisis económica y la otra, la de siempre, la más importante: la falta de conciencia de clase. Mientras, la iglesia, el ejercito, el estado y su cultura circulando por todas nuestras venas, y sin embargo creyéndonos portadores de una verdad importante, personal, única. Siempre el culto a la personalidad. Hay una línea entre este culto y el recuerdo que con facilidad pisoteamos. El rubor es la timidez liberada, su resultado la vergüenza: el P.C.B. puso tres condiciones para echarle una mano al comandante. La tercera era dirigir la lucha. A Ernesto le dio la risa, y con lágrimas en los ojos (de la risa, claro) a finales de enero de 1967 escribía: "Como me lo esperaba, la actitud del Partido (P.C.B.) fue evasiva en el primer momento y traidora después. Ya el partido está haciendo armas contra nosotros y no sé donde llegará, pero eso no me frenará y quizá, a la larga, sea beneficioso".


El Che no vive. Viven la crisis de su muerte los que le traicionaron. Max Gómez, cubano, trabajó para el espionaje norteamericano e intervino en la fallida invasión de Bahía de Cochinos; presume el muy imbécil de llevar el reloj que portaba el Che. El Che no vive. "Dispara sólo vas a matar a un hombre". Y no lo dijo con segundas. Era verdad, sólo era un hombre solo. Eso. Por mucho que se empeñen en chapas y carteles.

Han esperado 30 años para recoger sus huesos en una bolsa y regresar el mito al lugar del que partió: Cuba. Islote socialista que intenta vencer el repugnante bloqueo, y sobre todo lo que a la larga sería beneficioso para el proletariado del mundo, en proféticas palabras del comandante: superar el método stalinista de construir el comunismo. Superar a una de las fracciones mayoritarias de los trabajadores: los P.Cs.
Tania caería abatida un mes antes que Ernesto "Che" Guevara. La suerte estaba echada. Ocho de Octubre de 1967. Quebrada del Yuro. Henos aquí. Debidamente solos.

Su mirada nos dice que el viento sigue soplando. Y que nunca quiso ser un mártir. Aunque lo consiguió por que los hechos no dependían de su voluntad. Y le amputaron las manos para que no señalará a nadie.
Y la ciudad de arena se pone negra. De luto o de ira. Se compone esta ciudad y se descompone. Esta ciudad de arena se abulta y se alisa. Se pliega y gira, mira al mar y ve barcos que clavan sus quillas en las arenas del mundo. 



Foto del El Che, tomada de la red.