Año 2001. Hace diez años. Desde Enero hasta el mes de Octubre se habían producido 145 muertes (¿puedo decir asesinatos?) de trabajadores (¿puedo decir obreros?) de la construcción, en una sangría sin igual, y con el consentimiento de todos los sindicatos, que han hecho dejación de la razón de ser de su existencia. Gota a gota, juntando a todos estos compañeros hacen un trágico avión estrellado repleto de pasajeros que pasa desapercibido ante los atomizados ojos de los propios afectados y ante la doble moral canalla e hipócrita del conjunto de esta sociedad que camina hacia esa nada de la que proviene, según dicen que hizo dios con un leve soplo divino.
En 2009 hubo 177 muertos, y en 2010, 157.
Es la construcción un sector difícil y desmembrado, con un desarraigo producido sobre todo desde la crisis que sufrió entre los años 74-79 aproximadamente, perdiendo a toda su vanguardia obrera y olvidando su tradición de lucha. Estaban entonces las obras llenas de “pistoleros” Ahora de gángsters y mafias. Lo que sucede hoy proviene de aquellos fangos que trajeron estos lodos. ¿Debo hacer lecturas parciales o globales de la realidad? Yo creo que globales. Lo parcial nos ofrece un punto difuminado de los seis millones que contiene la imagen. Vayamos a lo global.
En este mes de noviembre próximo, CC.OO. celebra sus 35 años de constitución. Yo también celebro la mía, y la de otros emboscados como yo. Los sindicatos de este país nos hicieron creer que política y sindicalismo estaban separados por una gruesa línea en la que sus bordes, por la parte derecha rozaba la gilipollez y por la izquierda el análisis serio y concienzudo. Decidieron hacer el gilipollas como sinónimo de traición, y llamaron a todos los que queríamos analizar las decisiones que se tomaban como decisiones políticas, aventureros, irresponsables, y provocadores. Argumentaban que el sindicato estaba fuera de la política, limitándose a hacer sindicalismo. Algunos de estos “sindicalistas” eran del PCE. El resto sufría un enamoramiento de las siglas y de sus “héroes”: admiración de “fans”: eran simpatizantes. Héroes que durante la guerra contra el fascismo (36-39) hicieron lo mismo: “Primero ganamos la guerra y luego hacemos la revolución”, lo dijeron en voz alta, mientras pensaban en poner tierra de por medio entre la palabra Guerra y Revolución. Vayamos a lo Global.
Hace diez años, a primeros de noviembre de 2001, murió “Maca”, Macario Barjas, secretario general de la Construcción de CC.OO. de Madrid durante una larga temporada. Tuve la suerte de conocerle (conocer siempre te trae suerte) allá por el año 76 en una reunión clandestina de la rama de la construcción (seriamos 20) que se celebró en una iglesia de Vallecas, y donde a este buen hombre para defender sus palabras con contundencia, le dio por aporrear la mesa que presidía junto a otros dos compañeros hasta lograr hacerse sangre en los nudillos, que creo que era lo que pretendía para impresionar, antes que esforzarse en que fueran entendidas sus palabras. Pensé: “Este tío está loco”. Unos años después (cuatro o cinco) la Unión Local de CC.OO de Móstoles, Sindicato de la Construcción, organizó una asamblea para discutir los problemas del convenio de la construcción, si debíamos presionar más a la patronal o estaba bien con lo que habíamos conseguido hasta ese momento. Allí estaba de nuevo presidiendo la mesa “El Maca”, el cual y para cerrar el debate y antes de que se produjera la votación (usó la misma estrategia que Felipe González un día antes del referéndum de la OTAN saliendo en televisión y acojonando al personal) tomó la palabra, hizo un resumen pedagógico de las bondades allí vertidas por los compañeros y disolvió la asamblea (nos ahorramos hasta de votar) golpeando de nuevo en la mesa, pero sin que la sangre “nudillera” llegara al río, con estas palabras: ”...porque compañeros, ya lo dijo Lenín, más vale pájaro en mano que ciento volando”. Risas y aplausos. Todos a la barra del bar.
Había que reventar las asambleas que corrían el peligro de radicalizarse, y allí estaba también “El Maca”, porque podía hacerlo, porque lo decidió el P.C.E. en su negociación, pacto y conchabeo con la burguesía.
Aquel que espera que la evidencia de los hechos se impondrá, perderá la paciencia. A habido que esperar 21 años para que esta evidencia nos golpee y así ver el resultado de esas palabras en el sector de la construcción. Macario era del PCE pero allí estaba como sindicalista. No hacia política. Sólo chirigotas. Ese era el discurso, calentar las orejas a los trabajadores y dejarles luego con el cerebro en blanco y con el culo al aire. Era lo más cómodo para el sector más embrutecido y más luchador, y dónde el PCE se veía obligado a “invertir en contrarrevolución”, grandes cantidades de energía militante, trabajando duro en la desmovilización. El repugnante grito fascista “Viva la muerte y abajo la inteligencia” se está poniendo en práctica cada día en la “constru”, ¿o no?.
El sábado, día 3 de Noviembre de 2001, en “El País,” Rodolfo Serrano escribe su nota necrológica, en ella dice que sin duda sin él –sin “el Maca”- la vida de los trabajadores sería más dura. Más dura imposible. No queda en la rama de la construcción ni uno sólo de los logros que arrancamos a la patronal en aquellos años en los que la “constru” se levantaba a la voz de lucha y a pesar de este tipo de sindicalismo y de sindicalistas. Ya está bien de mitos. Que en paz descanse “Maca” que el sindicalismo “oficial” (CC.OO.-U.G.T.) está boyante. No de posiciones políticas ni de trabajadores, sí de aristócratas.
Y esta ciudad de arena se cierra, al grito de Lenin:
“¡Tiempos malditos, de discursos esópicos, de bajeza literaria, de expresión servil, de esclavitud ideológica!”
Imágenes bajadas de la red.
Imágenes bajadas de la red.
Muy buena exposición y muy real. Un placer haber recalado en esta costa de arena.
ResponderEliminarUn saludo, Sterki.
ResponderEliminarEncantado de conocerte, aunque el blog esté apagado.