40514

Me llamó la atención que la página par llevara el número (digamos) 40514 y la impar, la siguiente, 999. La volví; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequeña ilustración, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un niño.
Fue entonces que el desconocido me dijo:
-Mírela bien. Ya no la verá nunca más.
Me fijé en el lugar y cerré el volumen. Inmediatamente lo abrí. En vano busqué la figura del ancla, hoja tras hoja.

(El libro de arena. Jorge Luis Borges)

domingo, 27 de febrero de 2011

Dados


          Querido lector, dado mi rango de poeta albur al que ya me acostumbré, puesto que la rutina (llamémosle práctica) es una categoría (condición) de gris e innombrable labor que espontáneamente me catapulta, en esta ocasión hasta ti, te escribo para honor tuyo que no mío, este elegante y desigual artículo que espero cumpla los requisitos, si los hubiere, para una olímpica lectura y una total deglución. El resto, como digestión y defecación, lo dejo para tu soledad de sofá y retrete. Hoy me siento jodido, como ayer tú te podías sentir violado.

          Me obsesionan las plazas. Y me repito en ese círculo de encuentro, donde las piedras danzan. Queremos los poetas que a nuestra muerte nos pongan una plaza, es preferible una plaza a una calle. La plaza es punto de encuentro. Confluencias. En las plazas la gente da vueltas a nuestro alrededor: siempre seríamos el centro. En las calles la gente va de paso, y uno se convierte en trámite. Archipiélagos humanos lastrados por los pies: cientos de estatuas hicieron los bosques. Y la gravedad nos une. ¿Una plaza al poeta capitoste? No. Una plaza al poeta abecedario, al poeta resumido en su miedo, comprimido en su compromiso. ¿Al poeta avisado, ese que supo antes que nadie? No. Al poeta que avisa, a ese que emite cual diligente emisario, versos para la prevención del riesgo de ser humano.
          Los poetas. La poesía. El psicoanálisis. Siempre me pareció una “locura” el psicoanálisis como método para saber si tu poesía se debía a una tontería de niñez, o a una noche de amor que presenciaste entre tus padres. Tal vez a las dos cosas. Pero estoy seguro que el motivo más importante fue, sin duda, a una insignificante tontería de la niñez. Ya que la noche de amor entre tus padres formaba parte de la vida cotidiana de tu niñez. Y esa “normalidad” nunca causa problemas que interesen al psicoanálisis, ya que el día que te pones a follar no gritas mamá. Aunque eso sí, algunas veces se te escape un: ¡¡madre mía, madre mía!!

          Y hablando de “trastornos” (¿quién cojones inventaría las comillas, para decir lo que no queremos decir?) parece que Freud se lo contó a Marx ( Karl quería que Sigmund se apuntara a la causa, y tuvieron sus más y sus menos) y a mi me lo contó Abeledo, (Abeledo y yo tuvimos sus más y mis menos) y yo no sé a quien se lo estoy contando ahora. Pues eso, que Freud le contó a Marx, que eso de la riqueza y la igualdad en el comunismo, no era como él creía. Mira, le dijo un día, si repartiéramos la riqueza del mundo entre todos por igual, al año siguiente volvería a haber desigualdad. No sé si Marx se quedó sin argumentos, Abeledo no me lo dijo, pero yo le hubiese respondido a Freud: non problem: pasado un año volvemos a repartirla. Hay que ser disciplinados. Cuestión de persistencia y método. Costumbre. Algo así como: el que se quede sin un duro al cabo de un año, se lo volveremos a dar, para que nunca le falte. Eso crearía una sociedad de ahorradores y otra de despilfarradores. Lo que nos llevaría a tener una sociedad donde los ahorradores no tendrían para ahorrar, y los despilfarradores no tendrían para despilfarrar. Condiciones. Pondríamos condiciones. Y perseguiríamos los condicionales.

          Hay que reconocer que los condicionales son jodidos. Un condicional es eso que los trabajadores te sueltan cuando la realidad les abruma, se les hace insoportable, y entonces precisan inventar que no soñar, así que tiran de condicional en plan despilfarrador: “Qué hubiera pasado si te hubiera tocado la lotería...”, y desde ahí se lanzan a especular, como si estuvieran ahorrando.
Pero la ciudad de arena es mucho más exacta en su especulación. Y la ciudad se diseña como un borrón de acuarelas, unas, y otras como una cagada de perro asesino sin bozal. Pinturas. Pintadas. Acuarelas desechas a chorretón limpio por Kandisky`s varios se deslizan por las paredes. Y a los óleos, aquellos estúpidos geómetras del trazado del yeso que levantaron paredes amontonando ladrillos, los llamaban matemáticos aceites y más tarde graffiti. Letras de molde dobladas sobre sí mismas. Así los periódicos diseñan las noticias para que podamos leer los anuncios, ya que al revés sería didáctico. Diseñan dislexias para saber de qué nos dicen que leamos.

          La escritora Barbara Probst Solomon, decía en una entrevista, en octubre de 2004: “Para entender a la sociedad de EE UU hay que prestar atención al fenómeno de la emigración, y para ello yo consulto la sección de bodas de los periódicos. Allí uno puede ver cómo una chica de padre chino y madre mejicana, se casa con un chico, de padre tejano y madre italiana, y lo hacen siguiendo el rito de una secta animista africana. Eso es Estados Unidos. Una enorme pizza.” ¿Una anarquía sin anarquistas? Un churro sin churrero. Y sin churrerías. Albur. Un graffiti.
          Ventura, suerte. Paisaje. De repente un instante de felicidad: tres palomas posadas en las frágiles antenas de televisión. Los gorriones anidando en los tubos de las chimeneas que se pusieron para sacar el humo de las cocinas. Pobres palomas. Algunos machos lloran la muerte prematura de ciertas hembras, atropelladas por rápidos coches. Lloran y cantan a la primavera que empieza a brotar en sus picos y en sus buches, que se hinchan enamorados.

          La primavera del 2005 llegó un veinte de marzo a las 13,33. Yo paseaba por la playa. Los hielos eternos, menos eternos cada vez, empujaban el borde de las olas centímetro a centímetro, aproximando la orilla hasta la intimidad de las aceras y los tacones puntiagudos de las bronceadas muchachas, sentadas a la brisa del mar, en el paseo marítimo. La ciudad de arena sonreía. Y todo era inocente. Siempre lo es, aunque de la maldad hablemos. El más inocente hombre siempre culpable de su inocencia. De su no.

domingo, 20 de febrero de 2011

Tripa de gato (leer en las entrañas del animal para saber el futuro)


             Hay rumores buenos y rumores malos. Pero los buenos ya no existen. Ahora todos los rumores van pringados de maldad en mayor o menor medida, depende de la cantidad de veneno que musites al oído del que quiere oír. El que quiere oír no sabe la importancia del rumor hasta que tú se lo cuentas. El que quiere oír rumores los oye con la condición de que él también pueda contarlos. El rumor entra en nosotros tal y como salió del otro, pero, y esta es su razón de ser, sale de nuestro cuerpo transformado, y mientras duró ese tránsito dentro de la carne, el rumor se fue formando y deformando, a la par que se iba derramando por intestinos y huesos, o trepaba por las costillas o se quedaba en el cerebro, el rumor ya se había alimentado de lo que realmente somos. El rumor se había empapado de nosotros como una esponja y nos había chupado el veneno preciso para convertirse en una figura igual a la nuestra.


La ciudad de arena se alimenta de rumores. Y en ocasiones de un solo rumor. El rumor entonces gana categoría de verdad. Tanto que aveces la verdad se convierte en rumor. Entonces no hay nada que hacer, salvo prestarle oídos.

Estoy totalmente convencido (me falta poco) de que los males del mundo son provocados, no por los políticos, o por las mafias, o por los malos, es decir por los políticos. Los males del mundo son provocados por los inocentes, por los explotados, por los humildes, por los medio lacios, por los sensibles y por algunos poetas que se dedican a cantar a la luz de la luna sin tener en cuenta a los lobos, que también forman parte del paisaje.
Decir esto puede ser una barbaridad, es más, posiblemente lo sea. Pero nunca me cupo en la cabeza que unas minorías “intelectualmente depauperadas” como la derecha, pudieran con tanto loco maravilloso que habitamos este planeta de arena.

En diciembre (12 de Diciembre de 2007) Gadafi visitó España (Zapatero) y en ese momento, la “Red”, los que pescan, comentaron de manera frívola su visita a España. No tenían sospecha alguna de que hoy, 20 de febrero de 2011, Gadafi, sería el asesino de 150 o 200 personas. Personas de su pueblo, personas de sus no creencias, otras personas distintas a él. Menuda “red” de mierda que no prevee. Que no impide el asesinato.
En 2007, Gadafi vino con un séquito de 30 vírgenes que le protegían y a la “red” le produjo morbo lo de la “vírgenes”. Hoy sabemos que al menos son 300 y que aparte de vírgenes son expertas en defensa personal y en armas de fuego.
¡¡Ah!!, lo que era colorido y folklórico ahora es sangre.

Prosigamos entre las tripas del gato, que el brujo de la tribu despanzurró buscando rumores que nos adelanten el futuro. O la verdad.

             El cambio climático abre el Ártico. Hace un par de años un alcalde socialdemócrata, de la ciudad de Hammerfest (Noruega), con 9.000 habitantes, cerca del Polo Norte, Alf Jakobsen, declara que si esto es el cambio climático, bienvenido sea. Celebra el deshielo ya que así se produce la apertura de nuevos yacimientos de gas y petróleo. Statoil (empresa pública noruega de hidrocarburos) paga al ayuntamiento doce millones de Euros al año y con ese dinero crearan escuelas y residencias para ancianos. El alcalde dice que les gusta el estado del bienestar, es decir, la expansión del capitalismo. Con lo fácil que sería quitar el agua del mar. Coño, todo sería tierra. Que le den a los barcos. “To dios a pinrel”, podría ser el título del  documental.

             Algunas preguntas, que se hace uno, (uno siempre es el principal) de cómo es posible que tengamos el planeta de mierda hasta las orejas, y que llevemos una vida de humo, petróleo y alquitrán, tienen respuesta cuando (aparte de inundar el planeta de coches) uno descubre que es el desconocimiento lo que nos hace ser tan permisivos con los asesinos del paisaje. Cuando uno descubre que hasta en lo más elemental, las mismas personas que nos rodean y piden mejor calidad de aire para respirar, desconocen que la flor del naranjo es el azahar, o que un sinónimo de brasa es, por ejemplo, ascua. Se lo preguntaban a un concursante de esos de la tele, y no lo sabía. La ignorancia. El no saber. El no conocer que la vida se alimenta de vida. Nuestro tiempo. El mismo tiempo que han tardado los poderosos, en acabar con el planeta dándoselo a comer a las minorías bajo regímenes capitalistas. Mientras que descendientes de aymaras y quechuas siguen llamándola Pachamama.
Aquí tenemos a Vicente Verdú, y nos echa una mano: “Sentirse a gusto en el mundo actual nos igualaría a los necios, mientras que declarar nuestro desprecio nos ayuda, por lo menos, a ser dignos.” ) Yo y tú, objetos de lujo. Debate 2005.

             La ficción: en el futuro (año 2.468, por ejemplo, a 500 del famoso mayo, para redondear) la gente de derechas será esa otra casta que imponga (¿referéndum?) seguir viviendo en el planeta Tierra. La gente de izquierda, será aquella que luche (¿piense?) por el abandono de la Tierra en naves espaciales, hacia un planeta nuevo. Alguno de los planetas descubierto dentro del proyecto: Plan Nuevos Planetas (PNP) y en aplicación del programa MEU (Maricón El Último). La futura izquierda, en esta ocasión, lo tiene todo pensado. A nuestra nueva “casa” le pondrán por nombre Tierra Dos, para que la gente no sienta morriña en demasía, y el nuevo planeta será parecido a este, pero seis veces mayor, con tres soles, diez lunas, 18-25 grados, el día durará 72 horas y la noche sólo tres, una sola estación atmosférica a la que llamaran agua-sol, pues lloverá aún con el sol brillando, y jamás sabremos dónde se esconden las nubes que nos mojan. Tela.
             Y para terminar esta información “científica” que parece ficción, pero no, les cuento que un grupo de astrofísicos de EE.UU. (la madre de todas las patrias) está trabajando en un proyecto para cambiar la órbita de La Tierra. Lo están haciendo para que dentro de cien mil millones de años no nos queme El Sol, ya que parece que este sol es un mamón y se convertirá en estrella enana. Están calculando para que les salgan las cuentas y no se produzca un choque en cadena entre el resto de nuestros planetas. Lo de las Torres Gemelas parece que les ha cabreado del todo.

             También recientemente (hace 6-7 años) otro científico, este cabreado por la izquierda y con un fondo lleno de poesía, y al que expulsaron de la investigación de los soles y los planetas, ha descubierto que los caballos para mantener el cerebro frío usan un mecanismo de refrigeración que les permite sudar espuma. Gracias a ese calor de espumas, los jinetes turcos, que cabalgaban con sus botas de piel de cabra llenas de leche “inventaron” el yogur. Esto no es un rumor, por eso nadie le da ni un ápice de credibilidad a esa verdad de yogur. 

             Y las guitarras se hacían con madera de jacaranda de Bahía, o palosanto de Río. Y las cuerdas eran de tripa de gato. Y si tocabas un blues con ella sabías el futuro.

Y la ciudad de arena, sonríe.



viernes, 11 de febrero de 2011

Elencos

          La rutina persiste. Y la ciudad se resiente. El orden se retuerce. Europa extraviada, descaminada. Hay días que no me afeito para parecer antiguo, un carro de pajas en traqueteo, por callejas antiguas, que va dejando un rastro de migas o palabras. No eres tú amigo, esa página dónde uno escribe poemas, versos entrecortados, lágrimas contenidas. Ese papel tan deseado. Y por otro lado estoy convencido que si hubiera pasado hambre dedicándome con ahínco a la literatura (convencido como antes lo estuvieron otros) que hubiese escrito mejor, mucho mejor. La falta de sustancia de mi escaso cuerpo se hubiese compensado con una sobra sustancial de palabras engarzadas, de textos pesados y densos. Una literatura obesa.

          La ciudad. Las calles de la ciudad. El hombre. Las calles del hombre. El laberinto. En el pálido polvo he descifrado rastros que temo, dice Borges. El delirio del fin, que en momentos puntuales, en esta larga historia de utilización y comercio entre pobres y ricos, los pobres están ahí mirando con sorpresa cómo la vida pasa ante ellos. La vida. Los pobres, los que se creen clase media demostrando que aunque pagan impuestos y son explotados, a cambio no reciben de los explotadores los servicios que su vida reclama. Y es en esos momentos cuando comprueban que las desgracias están para que ellos las afronten y las entiendan. Y todo arde.
Sucedió cuando Galicia entera se llenó de chapapote. Los gallegos demostraron, junto a un montón de voluntarios de todo el resto del país (toma nacionalidad, nacionalistas) que sabían cómo organizarse en caso de necesidad. Esta necesidad es desconocida por parte del gobierno. Este es el secreto de los humildes, los pobres, los dominados. Pero los ricos seguirán cazando como fieras, animales pacíficos, solazándose y enriqueciéndose. Su felicidad es rara. Y una vez más para desgracia de la política, los políticos vienen a demostrar su total ignorancia sobre los menesteres de la vida desorganizada en pobre, y su innecesaria razón de ser. Si existen es porque Dios es de derechas. Y los pobres, consentidores de ello, dúctiles ateos. Anarquistas quejándose en flamenco. En olé cañí.
Aquí (otra vez) se hace novedad el dicho de: pobrecito mi político (patrón), piensa que el pobre soy yo. Algún día no quedará ninguno; son holgazanes, inservibles e innecesarios. Lástima que los que siempre hemos estado en contra del estado, sólo tengamos razón en las desgracias. Algún día veremos un punto de luz, una estrella, y seremos nosotros haciéndonos guiños desde el cielo.

       Mientras, las cigüeñas nos acompañan, se quedan con nosotros. Nosotros y ellas, que con el radar cardinal altamente averiado “disfrutamos”, en nuestro errático desvarío, de inviernos-otoños-primaveras-veranos: las estaciones se entremezclan. Nos calentamos quemando fósiles. Diluvia en el Sahara donde lo pobres más pobres que nosotros, viven en casas de adobe. Y la lluvia y el tiempo enquistándose en problema, saca a la superficie ese largo conflicto Marruecos-Frente Polisario. En el Sahara Occidental hay un millón de minas. La guerra. El hombre de la ciudad de arena llenándola de trampas. Lejos de allí, otro hombre hace un descubrimiento con un puñado de bacterias. La guerra de la ciencia y de la ficción. La de las bacterias.
Se lo voy a explicar a ustedes. Poesía al servicio de la ciencia. Dice el hombre que se coge una bacteria y se la “amaestra” para que coma TNT. Dice que se le pone en el ADN una proteína fluorescente (extraída por ejemplo de las luciérnagas) para que brille por la noche, y que se las suelta lanzándolas desde las alturas (no necesitan paracaídas) en un campo sembrado de minas. Pasados unos días se inicia la captura de las bacterias con la ayuda de una linterna de infrarrojos: donde suceda una lucecita hay una mina. Pregunta soez, por mi parte: Si la bacteria se come la mina (TNT) ¿al pisar una bacteria explota?.
Se lo crean o no la noticia y el experimento es totalmente cierto. Y si no fíjense: en los años cuarenta las microondas, donde ahora guisamos un pollo o calentamos el café, eran para mandar secretos de guerra. Los teléfonos móviles también. El cerebro se te cuece como el pollo, a través de la oreja. Y con él te localizan y te inyectan tumores. La vida.
          El rio de la vida. El melancólico “Oblivión” de Astor Piazzolla cae lento, el mágico bandoneón se desgrana ahogado en primavera. Todo es mezcla en la ciudad de arena. Colores oscuros dan paso a matices, tonos pastel. Llegan otras culturas y nos hacen dudar, y nos salvan, a pesar de esos conocidos del barrio asustándose de que otras razas se instalen junto a él, y que pretenden que yo escriba como ellos quieren que yo piense.

domingo, 6 de febrero de 2011

Sueños


En la ciudad de arena, hoy florecen las mimosas. Dentro de una semana, los almendros. Florecen. A veces parece que las cosas (¿las cosas y las flores, no son lo mismo?) florecen para que nuestros sueños tengan flores. ¿Qué tendrán nuestros sueños que necesitan flores para florecer?

Que cosa tendrá una mimosa que florece. ¿Tendrá rabia, tendrá un cabreo de la ostia, y por eso echa flores? No. No hombre no, si una flor florece siempre será por causas nobles. Nos mentimos para darnos pena, lo hacemos porque la belleza impone sus condiciones subjetivas: el motivo por el que un árbol da flores bellas, es por que su causa, su razón de ser, es igual de bello que su  resultado: sus flores. Una mierda. El abono. Es el abono lo que permite a las flores, florecer. El trabajo sucio. Sucio. Y cavar. Hay que abonar y cavar. Sudor. Se ama más cuando mejor se suda: orgasmos y líquidos: cavar y sudar: semillas y semen. Flujos. Surcos como vaginas húmedas. Plantemos. Se introduce el vástago. Demos nombre a lo que queremos dejar aquí. Tras de nosotros. Flores de arena.

Siempre dije que, como poeta, quería una plaza para tener estatua. No el nombre de una calle, no. Una plaza. Dicen los sociólogos que una plaza invoca al hombre a la reunión. Las calles siempre están de paso, las plazas tienden naturalmente a la concentración.
Adiós plaza. Adiós Egipto: las ganas de soñar de los soñadores te utilizan de tótem para sus extravíos. Qué sabrán ellos de revueltas. Sueños y revueltas se mezclan y se contradicen. Elige: o tienes sueños o tienes “revueltas”. Puedes tener una tercera vía, la que reúne las dos cosas: Revolución. Puedes tener revolución. O abono.
Adiós pirámides. Faraones. Adiós tontos.
Ya tenemos calma dijeron algunos. Los ciudadanos sacan dinero de los bancos. Algunos.

En 1968 después del mayo francés, el PCF en su periódico L’Humanité publicó en primera página: Ya tenemos calma y gasolina para el fin de semana.
Si escarbabas, o escarbas, detrás de ese titular, se puede leer: “Joder, lo hemos pasado fatal. Casi nos tocan las pelotas la extrema izquierda, con su sueños”.
Adiós PCF. Adiós Egipto. Adiós, a los que creen que esto tendría o tendrá un final fácil y feliz. ILUSOS.
No es igual Egipto, comparado con el Mayo-francés-68- ¿No es igual? Tal vez un día descubramos que todo era y fue igual. Y nos pongamos tristes. Que el libro de arena tan solo tenía una página. Una lectura.
La vida, la muerte. Las mimosas, floreciendo.
El sueño fue patrimonio de los utópicos. Desaparecida la utopía en un mar de arena, lo sueños se mueven nebulosos de blog en blog, de oca a oca y tiro porque me toca: si tú me comentas, yo te comento. Pero que sepas que en mi blog dejas de estar solo.

Atomizados los corazones (para poder transplantarlos se les echa un suero frío que los paraliza) ¿qué necesitan para latir? ¿un comentario en el blog?
Tanto sueño y tan poca plaza. No es normal.
¿Qué quiere decir la palabra "normal"? Tal vez desigual.
La ciudad de arena florece. Yo pongo las flores, allí donde menos se necesitan. Una vez pusimos hasta claveles en los cañones de las armas automáticas.