Llega el buen tiempo y salimos a la calle. A los toros. A la feria de Abril. A la feria de Mayo. A la feria. Nos relajamos. Aunque el español está siempre relajado.
Así que como esto es primavera y se quedó con ella el Corte Inglés y yo me siento solo en la galaxia, quiero hablar de los toros. Asistí cuando era pequeño con mis padres a una novillada en la plaza de toros de Vista Alegre para ver a “El Platanito” (sí que era pequeño. Yo, no el novillero) y me reí todo lo que pude. No entendía de toros. Y viendo al Platanito hacer tonterías, menos. No he vuelto a una plaza, igual que nunca he pisado un campo de fútbol. Hasta que llegó treinta años después Canal + y el maestro “Chenel” y comencé a apreciar el temple. Pero sigo sin saber de toros. Tampoco entiendo de muchas cosas que hago todos los días, y las sigo haciendo. Tampoco entiendo de informática y aprieto botones y teclas. Algunas cosas las hago por instinto, como los toros. Pienso con el cerebro de reptil, que es el que guarda los viejos recuerdos de cuando éramos serpientes de agua.
Los toros. El maltrato animal. Las guerras. Las mujeres. Los niños. Los hombres. El delfín azul del río Amazonas. Los incendios provocados. La violencia de género. El machismo. Los hombres matamos a nuestras mujeres. A través de ellas llegamos a esta vida, nos traen al mundo, pero las matamos. Así de agradecidos somos. Así nos enseña el “Sistema” (el Estado músculo) a ser agradecidos. Nos enseña a competir, no a amar. Un estado que enseña a sus ciudadanos a amar. No sería Estado. Maltrato animal. Cuando asesinamos a nuestras mujeres también somos animales. Somos toreros dando la estocada a las mujeres. Los toreros son de derechas. Los que matan a sus mujeres son de derechas, aunque hay hombres de izquierda que son de derechas, para poder matar a sus mujeres. Los toreros en su día banderillearon y dieron muerte a estoque a algunos cuantos rojos. Tiempo. Cómo está el patio. El patio de cuadrillas. Y llego a dónde quería llegar: ¿Recogemos firmas? ¿Le pedimos a todos los Estados (teniendo en cuenta el precedente catalán) a los autonómicos mucho más (¿qué querrá decir autonómico?) que prohíba el maltrato a nuestras mujeres? Tal vez ya esté prohibido matar a nuestras mujeres, pero no funciona. El 40% de los hombres piensan que las matan porque no corren lo suficiente. Nunca les perdonamos la vida a nuestras mujeres. A los toros sí. Dicen que porque son muy buenos en la plaza. ¿Y nuestras mujeres dónde deben ser buenas para que las perdonemos? ¿Acaso se portaron mal que necesitan de un perdón, de una condescendencia? Esta es la pregunta. Y esta otra: ¿qué clase de hombre somos? Qué asco de hombre somos. ¿De qué repugnancia venimos?
Iniciemos una campaña contra el maltrato y asesinato de nuestras abuelas, madres, hijas, tías, primas, suegras, esposas, novias, hermanas, amantes. Salgamos a las calles todos los hombres, ensangrentados, con navajas y cuchillos clavados en el pecho, vestidos de mujer. Hagamos como esa asociación antitaurina, en dónde seguro que entre sus filas no hay ningún maltratador de mujeres. ¿O sí?
En fin. Me he encontrado hoy con un viejo conocido. Me ha dicho que esto va muy mal, que la ciudad de arena es una mierda. Que los políticos son una mierda. Que sigo igual de raro, que no aprendo. Qué mala sombra tienen los conocidos después de 20 años sin verlos. Se han vueltos rencorosos con la edad. Duros. Huraños. Y la ciudad se cierra. Se abre. En Valladolid hay feria del libro. Dicen los que venden, que se compra poco libro, pero que se mira mucho. La crisis. El pollo. Nos pasamos al pollo dice hoy “El País”. La ciudad de arena. No sé dónde mirar. Miro al cielo. El cielo sigue cruzado de reactores. Todo es polución y veneno. Llueve. He descubierto que en la ciudad de arena la gente con enfermedades raras, son raras porque la urbe, la gente, el pueblo, no sabe darles empleo, sentido, uso. De esa falta de diversidad, de variedad, nacen todas las enfermedades. Todo lo raro. Todos los poetas. Nacen del revés. De los revés. Hacemos el revés. Vamos a lo revés. Joder, parezco de “Redes”.
Viva Lao-Tsé.