40514

Me llamó la atención que la página par llevara el número (digamos) 40514 y la impar, la siguiente, 999. La volví; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequeña ilustración, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un niño.
Fue entonces que el desconocido me dijo:
-Mírela bien. Ya no la verá nunca más.
Me fijé en el lugar y cerré el volumen. Inmediatamente lo abrí. En vano busqué la figura del ancla, hoja tras hoja.

(El libro de arena. Jorge Luis Borges)

martes, 4 de octubre de 2011

Noticiero. Nostalgias Imperiales. Noticias de ayer y de hoy.


De nuevo vengo a esta ciudad de arena para comunicarles a Vds., en perorata soez que no va a calmar mi sed –viva el pareado- los siguientes hechos que de poco sirve declamar, tan instalada hoy en nuestra sociedad la dejadez sentimental, el hecho desgraciado, la rutina individual; dónde únicamente se entiende por placer aquello que se realiza en soledad, asumida la catástrofe que el enemigo nos a insuflado, soplo venial de un dios en ruinas, donde ya no hay respuesta al desmán; un gran cero de nulidad se ha instalado sobre nuestras cabezas. Los obreros sólo trabajan por dinero. Las organizaciones obreras también. La ciudad de arena se hincha cual isla volcánica a punto de estallar (Hierro). Y por doquier se expanden las noticias, la vida, las cosas, las piedras incandescentes de la sinrazón y de la conrazón:

          Nace un bebé seleccionado por sus genes para salvar a su hermana. Ergo: nace un héroe seleccionado por sus genes-agallas-cogones, para salvar a la humanidad. Y va el tío y la salva. Ahora no sabemos qué hacer con el héroe, si un semental, o clónicos o pedestales.
          “Todos somos culpables hasta que conseguimos demostrar nuestra inocencia”, dice Ángel Rodríguez Ibáñez, encarcelado por un atraco que no cometió. Los auténticos presos son los que están a favor de las cárceles.
          Se me rompe el corazón todos los días. Estoy en situación de triste disponible. Llego a la vejez con todos los trozos del músculo visceral recompuesto una y otra vez.
          Carlos Edmundo de Ory publicó en septiembre del 99 un hermoso libro de poesía: “Melos-melancolía”. Tres versos: Persisto hasta encontrar la letra monocroma / y que una sola línea no se entienda jamás / si cristalizo el mosto mezclado con estrellas. Carlos se cristalizó en estrella y su poesía también.
          Un bombero asesina a su esposa. Otro bombero compañero suyo al preguntarle su opinión, dijo: “Era un bombero de carácter apagado”. Serán imbéciles los dos. ¿O el cuerpo entero? El de bomberos.

          Nadie sabe que escribo. Sería más grave si llevara tilde.

          La media sexual en España (noventa polvos al año) acojona por lo escasa, claro. Mas dada la situación política, en la que nos están jodiendo día a día, es correcta.
          Nunca hubo tantos bobos en las direcciones de los sindicatos obreros. En todas las direcciones. Por dirección prohibida vamos los locos, los locos a los que cantaba Don León Felipe.
          Un sistema de vigilancia vía satélite, logra ver desde 10.000 metros de altura un árbol en llamas. Otro consigue ver a un sujeto encender un porro; y otro más, cómo le da dos caladas y se lo pasa a un colega. Hasta ahora ningún sistema descubre las causas de todo lo anterior.
          Otoño. Castañas y niscalos en los pocos bosques que nos quedan. En los miscelios hay encerrada una fotocopia de las pasiones humanas. En el erizo de la castaña, las dificultades de un beso.
          Nada hay más santo que un muerto, puesto que a los muertos no les afecta nada, excepto el recuerdo de los vivos. Lo digo por ese famoso día de Todos los Santos que celebran los vivos, cuando todos sabemos que los muertos se quedan únicamente solos, en una soledad tan perfecta que nos produce vértigo. Y cierta envidia.
          Nos cambian la hora para ahorrar combustible, así que subirán el precio para sacar beneficios. La trayectoria del sol, aún es inalterable. Pretenden envasar luz solar para alumbrarnos por las noches. Después tendremos píldoras de sol que al ser ingeridas, uno: nos broncearan en 42 horas sin necesidad de playa; dos: seremos luciérnagas en las cadenas de montaje; tres: al morir el universo se llenará de arco iris. Epilogo: Las tumbas ahora sí serán el fuego de San Telmo.
          La editorial “Folios Grapados” publica un “Yo de mí” de Tomás Rivero. Algunos ejemplares van dedicados por el autor. Hay un ejemplar en la Biblioteca Municipal. Otros son inencontrables. El recuerdo.
          La lluvia, la lluvia, dijo el moribundo señalando el paso de unas aves que emigraban hacia el sur. Mientras ellas sigan emigrando, el moribundo nunca morirá.

          Ahora gracias a la democracia y a su lenguaje bastardo, los obreros se llaman ciudadanos, y los trabajadores personas. Ante este cambio de “condición” lo difícil está en saber qué queremos y a quién se lo pedimos.
          Los paseantes se sienten atraídos por las sendas marcadas por otros paseantes. Hay un acuerdo previo sin necesidad de previo acuerdo, esto se enmarca en la lógica de las multitudes. Mucho antes de este reciente descubrimiento encuadrado en un estudio social sobre las masas y sus comportamientos, etc., Lenin escribió “Dos pasos adelante y uno hacia atrás”, donde nos explica cómo tenemos que avanzar sin abandonar la senda. Y Don Antonio Machado para echar una mano lo resumió en aquellos versos: Caminante no hay camino / se hace camino al andar.
Mientras estos dos pensaban, los pájaros marcaban rutas invisibles en el aire, desde el principio de los tiempos, que sólo ellos veían. Y por el contrario el hombre se camufla en la noche. De ella se alimenta. Su pensamiento es oscuro. Sus andares son torpes.

          Me regalan para leer, (otras me regalan para disimular) “Beso en verso” de Julio Santiago, 25 años. Dice en alguna parte del libro que son versos de los dieciocho, y al llegar a la página 33 comprendo que Rimbaud dejara de escribir a los 19 años para hacerse mercenario. A mí, como mujer, (la verdad es que como hombre tampoco) no me seducirían nunca unos poemas llenos de tópicos sobre la condición inspiradora de la mujer, ser pasivo en los versos amorosos del autor. He depositado el libro en la Biblioteca Municipal para que sea otro su verdugo.
          En las paredes de Móstoles, una pintada: “Nada que celebrar”. Magnifica. Inteligente. Sólo los imbéciles y las direcciones obreras son felices. Sólo otra pintada de hace muchos años, aparecida en Bilbao, supera a esta: “Vota poco”.
          Hablando de libros. Somos el tercer o cuarto país del mundo que más libros edita y por lo tanto donde la gente compra más libros. Y por otro lado uno de los países donde menos se lee. Se deduce de este sin sentido, que vivo sin vivir en mí y que la gente compra libros para decorar las paredes de su casa; para amañar la inteligencia que a todos se nos supone y para protegerse de la futura falta de memoria y del calvario que el silencio de esta produce.
          Se subasta un cuadro de Picasso y una escultura de Giacometti. A los precios que los marchantes ponen le llaman arte consolidado. La belleza la consideran un matiz, un gesto, un perfil, una sombra que se amortiza. Cuando dan un beso hacen un depósito bancario.
          Una pareja denuncia ante la justicia, a los médicos que los había inseminado, por lo que consideran un atropello, ya que ellos querían gemelos. Dos. Por que el dos es un número que hace juego con muchas cosas, y sin embargo el embarazo es de trillizos, tres, cuando todos sabemos que el tres sólo sirve para hacer triángulos amorosos en el cine. El problema que se les plantea ganen o pierdan el contencioso, es a cuál de los tres bebés (el que “no era”) van a mostrar su desprecio.

Y como dice un poema de Tomás Rivero, (más o menos, no me los sé de memoria, así puedo corregirlos cada 24 horas): las faltas ortográficas estoy dispuesto a discutirlas, otras a criticarlas. El resto a sufrirlas y el 45% a negarlas.

A la ciudad de arena se le cierran los ojos. Anochece siempre.



Imágenes bajadas de la red.

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Navega si quieres en mi corazón solitario
porque lo dejo a tus abordajes de madrugada
a tus antojos copias y libelos,
garfios y desbroces,
y déjame ofrecerte en esta nada
un error similar al que siempre cometemos:
restos de unos ojos sin paisaje y sin botín,
trasparentes capturas donde anida la anguila
o navegando noctámbula del día y sus abismos
en la siesta de la noche permanente
donde espera la sed que apague las preguntas.