40514

Me llamó la atención que la página par llevara el número (digamos) 40514 y la impar, la siguiente, 999. La volví; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequeña ilustración, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un niño.
Fue entonces que el desconocido me dijo:
-Mírela bien. Ya no la verá nunca más.
Me fijé en el lugar y cerré el volumen. Inmediatamente lo abrí. En vano busqué la figura del ancla, hoja tras hoja.

(El libro de arena. Jorge Luis Borges)

domingo, 27 de marzo de 2011

CASTAS


             Hasta hace relativamente poco pensaba que por escribir estas líneas yo era un político. Que por haber luchado un poco contra la dictadura franquista, era un político. Y que por otros cuantos etcéteras que van conformando una biografía de más o menos compromisos heroicos, yo era un político. Pues no. Al principio los defendía. Me parecía que aquellos que criticaban al político, eran unos reaccionarios, ya que negando su función, negaban nuestra conciencia de clase, nuestro deseo de implicarnos en la vida política para transformar la fea realidad por utópicos paraísos, que se encontraban al otro lado de los sueños. Pero no.

En el devenir, el político comenzó a levantar suspicacias y en la actualidad es sospechoso de casi todos los desmanes que rodean nuestra cotidianeidad. En un futuro cercano espero que sean perseguidos. Empecé a sospechar el día que un político de izquierdas se llamó a sí mismo político: “...Porque nosotros los políticos”, dijo el susodicho, metiendo a todos en el mismo saco. Ahora comprendo que estaba defendiendo intereses de casta. Casta que nace del ya largo camino recorrido por la burocracia (dirigentes obreros les llamábamos, ¿os acordáis?) y que lo único que "aporta" de nuevo es que prolonga y consolida intereses, o mejor: los legaliza. Ese paso en su “legalización”, en su reconocimiento público, les otorga el nombre, se bautizan, nombrándose a sí mismo, como políticos.
  Los políticos de derechas y de izquierda tienen en común la profesionalidad de la política. Forman una casta y la casta se ha hecho interclasista, es decir, derecha e izquierda tienen en común que son políticos. De esa mezcla incolora han nacido unos sentimientos sin fuerza. La pasión se ha convertido en efectividad. La entrega en negocio. El político en su soledad entiende la gestión de tal (a su) manera que no puede contar con nosotros para gestionar, ya que si lo hiciera se encontraría que no contamos con él para gestionar a nuestra manera.

Los políticos de “derechas”, además, parece que quieren recuperar ese espíritu de orgullo y honradez, perdido por los políticos de “izquierda” recurriendo al populismo: ese largo vocear campechano que encierra “el arte de adivinar” lo que el pueblo “llano” quiere oír, lejos de cualquier reflexión, que no es otra cosa que, en una de sus magnificas viñetas, El Roto llama pedalear sin piernas, a pesar de tenerlas amputadas: el demagogo.



  Es así como los políticos llevan a la máxima expresión la “clara voluntad” del pueblo, mediatizada esta por la falta de información y por su nula participación en los problemas de la polis. Además la derecha sabe que cuando gana unas elecciones es porque los pobres les dejan ganarlas. Porque ese día electoral tienen cosas más importantes que hacer. Y la izquierda, ahora que ya saben lo que es un maletín cargado de millones, ahora que ya puede codearse, integrado en el poder, tratarlo de tú a tú, procura mostrar que los honrados, como no podía ser de otra manera, siempre fueron ellos. Porque no es igual robar sin permiso de los pobres, que robar con la aquiescencia de estos, manifestada a través de las urnas. Pero las urnas tan sólo dicen lo que quieren decir (o no) aquellos que se abstienen. Abstención es el grito de la oposición.
La palabra urna debería llevar hache como icono mudo de este silencio, o como también es afónico el lenguaje de los políticos, que es un lenguaje de muerte: incongruente, interesado, ruin, trágico, amenazante, avieso, infame, huero, aséptico, lamido, al fin y al cabo burgués. Como su democracia.

  ¿Qué vamos a hacer con los políticos? Pobrecillos. Ahora que surgen trabajadores “nuevos” que inventan conceptos estúpidos para denunciar situaciones viejas: los “mileuros” que no pueden levantar cabeza; los “working poor” que suelen trabajar por debajo de los mileuros, y no comprenden (¿?) cómo pueden seguir pobres trabajando tanto. Respuestas nuevas dicen ellos, para situaciones de siempre digo yo. Y asumimos las contradicciones de los políticos como una prolongación de nuestras incapacidades. La democracia burguesa les amamanta. La democracia obrera se disolvió (que viene el lobo, gritó el pce, mientras el psoe se partía de risa) en aquellos ayuntamientos, ocupados por concejales arrancados del sindicalismo. Políticos que tergiversan, se mezclan, van pareciéndose al enemigo que combatieron más y más. Y de ese mestizase interclasista, no nace un ser nuevo, de eso nacen ellos que con los calcetines del revés y los pies en el suelo, un aciago día abandonaron precipitadamente, la nube que dulcemente habitaban, plenos de acné juvenil y los ojos iluminados. 
Y se sentaron a la mesa del rico para comer y hacer ruido. Música obrera. El burdo tam-tam. La percusión de los estómagos agradecidos.


Mientras en la periferia, en la ciudad de arena, a la luna llena, con voz de lobo, una banda disfrazada de obreros interpretan raigtime.

domingo, 20 de marzo de 2011

Primavera


A las 12 y 21 minutos empieza la primavera este año de 2011. Es una hora capicúa de esas que se leen de izquierda a derecha y de atrás a izquierda o cabeza y cola, que es lo mismo. A esa hora, como en una conspiración perfectamente urdida, las cosas y los enseres, las personas y la sangre, el viento y el mar, las calles y los ruidos, todo, se pone en movimiento. Crujen las cuadernas. Los libros. Las ingles. Todo se tensa. Empiezan los engranajes a demostrar que su aceite es virgen y de esa savia nace una vez más, el intento de demostrar que la revolución es posible sin disparar un solo tiro, como debe de ser.
Empieza la primavera de noche. Un poco después de la media noche. Cuando nadie la ve, ella sale a lucir un color de oscuridad que espero nos llene de luz.



Esta primavera se la voy a dedicar a esta foto con estos dos señores que siempre me pareció una foto hermosa dónde los protagonistas son los hombres más felices de la tierra. No hay más que verlos. Sobre todo a Saramago, que en estos días se cumplen nueve meses de su muerte. Esos nueve meses que representan la vida de un embarazo. El nacimiento por tanto de un nuevo ser. Así que su gente decidió abrir las puertas de su casa en Lanzarote.

Yo pasé el día lejos de Lanzarote. En la ciudad de arena, entre historias de novelas y cuentos. De verdades y de mentiras. Algún poema. Un intento de soneto. Me moví por la ciudad de arena. Segué un césped que no era mío, en un jardín que no lo era. Podé un jazmín. Corté flores de mimosa.

Y leí un suplemento de prensa. “El Domingo” de “El País”. Prensa obrera. No es prensa obrera. Esa manera apabullante de informar es el ejemplo de que no es prensa obrera. Nos apabullan con noticias para que entre todas no sepamos cual es la que nos hace daño. Nos sirve. Nos hace mejores. Al menos no debe ser nuestra manera de informar. Esa manera es la mejor manera para no informar. La información, la cantidad de datos que aporta a través de los distintos artículos, requiere una investigación tal, por parte de los que accedemos a ella, para saber si todo eso que nos dicen es cierto, que tardaríamos años en sacar a la luz la verdad de lo que en él se dice. Esa frivolidad de la información, para demostrarnos que así no se informa. Que así la verdad queda relegada a un plano de mentira. De que la distancia entre mentira y verdad es excesivamente corta. Se mezcla, se confunde. Es lo que quieren a la hora de informar: que no sepamos. Y además que sepamos de ellos. No de nosotros.

Y para poder hacer una buena digestión, tras un postre dúctil, elegí un mago. Y mientras pelaba la fruta de color naranja, he llegado a la conclusión de que nos gobiernan las mafias. Varias veces intenté plantar la semilla del mango, esa especie de galleta ovalada, y nunca llegó a echar hojas. Creo que la falta de arraigo debe de estar en la pegatina con código de barras que venía pegada a la piel del mango. Creo. Las mafias.


La ciudad decide abrazar la primavera que viene con luna llena.


domingo, 13 de marzo de 2011

Borges

El mundo es verde visto desde Venus. La cajera del supermercado confunde alcachofas con chirimoyas. No ve la diferencia. El mundo es perfecto. Todas las noches tiembla la tierra. Todos los días. Las hecatombes son el pan nuestro de cada día y de cada noche. Los afectados del planeta tienen en común el pan. Todos en el planeta comemos una variedad más o menos parecida de harina y agua. Harina de maíz. El trigo. Mijo. Cereales. Los trajeron los marcianos.
Una vez tuvimos marcianos pero se fueron. Nos dejaron solos y desde entonces lloramos, a pesar de los poetas. A pesar de algún filósofo. A pesar de la nieve. A pesar de que nos dejaron el mar para que nos miráramos. A pesar de que nos dejaron el corazón para que nos diera el nombre de a quién amar. El mundo es verde visto desde cualquier parte de la galaxia. La ciudad de arena es pura tierra movediza. Y mientras el mar siembra de chatarras la vida de los hombres, como en un quédate con lo que es tuyo, en esta semana del tsunami, intentando protegerme de la vida, cuando esta se enfada, me compré la poesía completa de Borges. Este año de 2011 se cumplen (Junio de 1986) 25 años de su muerte. Les dejo con esta foto de María Kodama. Y con este poema de Borges dedicado a ella.






















La Luna
                                       A María Kodama

Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.

domingo, 6 de marzo de 2011

Metafísica información

     Mujer y hombre. Sí pero no. Pero la pregunta es, ¿me viene grande o pequeño. Me sobra o me falta. Me vacía o me llena?. La verdad no lo sé. Puede que esté satisfecha, pero también descontento o decepcionada. Sí pero no. Hay una insuficiencia en todo. Un todo no completo. Casi todo es universo pero a la vez universal. Continente y contenido. Dentro y fuera. Mujer y hombre. Entrar para salir. Dormir para despertar. Correr por grandes avenidas para detenerse en una esquina. Liliputiense o gigante. Descomunales o minúsculos. Se encogen y se estiran como la vida. Te llega o te falta la vida. Es un sin vivir. La ciudad de arena.

      La espada y la pared crearon el miedo. Fue sometido el hombre pobre a su receta máxima de obligaciones para que este pensara que el dolor de la punta de la daga y el duro muro a sus espaldas, le obligaba a gritar a estremecerse. A no poder huir. Negros y largos callejones de la ciudad.

Mas nos informan. Sus noticias del miedo. Nos dicen, nos hacen saber para que el miedo nos sea familiar. Miedo: ¿qué hará el otro mientras yo soy investigado? Nos tienen al día:
Llueve en el desierto del Sahara.
Se deshielan los polos y Groenlandia. Épica del Real Madrid.
En Noviembre de 2005 (datos publicados por el diario “El País”) 61.265 personas estaban en las cárceles de España. Coste anual: 973.639.609 €. Los delincuentes, los asesinos, nos cuestan dinero. Defendemos la propiedad privada. Y mi amigo Félix dice que nosotros también somos fundamentalistas (es fundamental) si no a ver por qué estamos dispuestos a matar para defender la propiedad privada. La propiedad privada patrimonio de todos. Pequeños trocitos de patria. El nacionalismo. El nacionalismo bueno es aquél en el que todos los ciudadanos defienden sus casas de la invasión de la patria.

      La poesía. Fuimos jóvenes en los años setenta, amando lastimosamente, con un poco de moho entre los dientes, oliendo perfumes que siempre traían incluido el olvido. Tan sólo la música, tan sólo ella mereció nuestros besos. Había lluvia y siempre éramos presos de un agua demasiado antigua, una persistente humedad. Qué frío hizo siempre en nuestras almas. Gozosos de no haber sido casi nada, nos fuimos dejando la piel en algunos versos.
      ¿Cómo era la ciudad de arena hace treinta años? Esclava de la ciudad dormitorio y reina de la más salvaje especulación, dónde los capitalistas iban construyendo la ciudad de los monopolios, dejando hoy a la vista una ciudad con forma de aparcamiento planetario hasta límites tan impertinentes, que esta ciudad parece un coche. La ciudad de arena cuando llega la noche se vuelve un coche aparcado que tiene millones de coches dentro de sí.
Nos hacían casas de ladrillo y arena y se enriquecían. La riqueza en manos de los menos. De los inconscientes. No se reparte la riqueza. Si reparten la riqueza, ellos serían como nosotros, y nosotros al ser como ellos ¿seríamos distintos?

Nos informan. Nos comunicamos. En la ciudad de arena ella pone este anuncio en el periódico:
“Busco arqueólogo para descifrar una medalla con 49 números sobre la ubicación de Venus. Pieza única”. La búsqueda se llena de palabras hermosas.
Y nos siguen informando:
En 2005, un 20% de los españoles no sabía lo que era Internet. Seis años después no lo sabe nadie: nos seguimos buscando.
Se reparten 15.000 palos sonoros para acojonar al contrario en el partido Mallorca-Barcelona.
Las mujeres toman el doble de tranquilizantes que los hombres. Y siguen donando su sangre para que ellos puedan vivir.
Una de cada diez mujeres sufre acoso sexual en el trabajo. Tres de cada diez liga en el puesto de trabajo. Y las seis restantes padecen de una sexualidad extraña tanto en su casa como en el trabajo, como en la calle o garitos de cortejo y alterne. Asida, tomada e instruida para ello, la hembra siempre fue cubierta por sombras, cubierta por una losa de futuros proyectos. Por la noche de humo y niebla de la que se alimenta el alma del hombre.

La ciudad se enciende. La noche está dentro de mí. El pasado. Los doce mejores años de mi vida y mi juventud (20-32) se los comió este paisaje de arena. Eran los años setenta. Recuerdo a mis maestros poetas. A los maestros de la pintura: la abstracción. Y como si la baraja de la abstracción se viniera abajo, castillo de naipes derrumbado por un dios menor y estúpido, Paul Klee, 1940; Rober Delaunay en 1941; Wassili Kandinsky, 1944; Piet Mondrian, 1944: fueron muertos. Se preparaba el mundo para un profundo desbroce. Y me dejaron huérfano. Hoy el arte que se exhibe en las salas, es arte contemporáneo, y se gestiona a través de Arco.

Mientras aquí en la ciudad de arena conviven el tabernario y el prostibulario: uno se va de bares y de putas. Uno deambula sin norte ni fuerzas, su vida derramándose.

Y el periodista termina su información respondiendo a esta pregunta:
¿Lanza rumores la prensa? “No, filtramos maldades”.


domingo, 27 de febrero de 2011

Dados


          Querido lector, dado mi rango de poeta albur al que ya me acostumbré, puesto que la rutina (llamémosle práctica) es una categoría (condición) de gris e innombrable labor que espontáneamente me catapulta, en esta ocasión hasta ti, te escribo para honor tuyo que no mío, este elegante y desigual artículo que espero cumpla los requisitos, si los hubiere, para una olímpica lectura y una total deglución. El resto, como digestión y defecación, lo dejo para tu soledad de sofá y retrete. Hoy me siento jodido, como ayer tú te podías sentir violado.

          Me obsesionan las plazas. Y me repito en ese círculo de encuentro, donde las piedras danzan. Queremos los poetas que a nuestra muerte nos pongan una plaza, es preferible una plaza a una calle. La plaza es punto de encuentro. Confluencias. En las plazas la gente da vueltas a nuestro alrededor: siempre seríamos el centro. En las calles la gente va de paso, y uno se convierte en trámite. Archipiélagos humanos lastrados por los pies: cientos de estatuas hicieron los bosques. Y la gravedad nos une. ¿Una plaza al poeta capitoste? No. Una plaza al poeta abecedario, al poeta resumido en su miedo, comprimido en su compromiso. ¿Al poeta avisado, ese que supo antes que nadie? No. Al poeta que avisa, a ese que emite cual diligente emisario, versos para la prevención del riesgo de ser humano.
          Los poetas. La poesía. El psicoanálisis. Siempre me pareció una “locura” el psicoanálisis como método para saber si tu poesía se debía a una tontería de niñez, o a una noche de amor que presenciaste entre tus padres. Tal vez a las dos cosas. Pero estoy seguro que el motivo más importante fue, sin duda, a una insignificante tontería de la niñez. Ya que la noche de amor entre tus padres formaba parte de la vida cotidiana de tu niñez. Y esa “normalidad” nunca causa problemas que interesen al psicoanálisis, ya que el día que te pones a follar no gritas mamá. Aunque eso sí, algunas veces se te escape un: ¡¡madre mía, madre mía!!

          Y hablando de “trastornos” (¿quién cojones inventaría las comillas, para decir lo que no queremos decir?) parece que Freud se lo contó a Marx ( Karl quería que Sigmund se apuntara a la causa, y tuvieron sus más y sus menos) y a mi me lo contó Abeledo, (Abeledo y yo tuvimos sus más y mis menos) y yo no sé a quien se lo estoy contando ahora. Pues eso, que Freud le contó a Marx, que eso de la riqueza y la igualdad en el comunismo, no era como él creía. Mira, le dijo un día, si repartiéramos la riqueza del mundo entre todos por igual, al año siguiente volvería a haber desigualdad. No sé si Marx se quedó sin argumentos, Abeledo no me lo dijo, pero yo le hubiese respondido a Freud: non problem: pasado un año volvemos a repartirla. Hay que ser disciplinados. Cuestión de persistencia y método. Costumbre. Algo así como: el que se quede sin un duro al cabo de un año, se lo volveremos a dar, para que nunca le falte. Eso crearía una sociedad de ahorradores y otra de despilfarradores. Lo que nos llevaría a tener una sociedad donde los ahorradores no tendrían para ahorrar, y los despilfarradores no tendrían para despilfarrar. Condiciones. Pondríamos condiciones. Y perseguiríamos los condicionales.

          Hay que reconocer que los condicionales son jodidos. Un condicional es eso que los trabajadores te sueltan cuando la realidad les abruma, se les hace insoportable, y entonces precisan inventar que no soñar, así que tiran de condicional en plan despilfarrador: “Qué hubiera pasado si te hubiera tocado la lotería...”, y desde ahí se lanzan a especular, como si estuvieran ahorrando.
Pero la ciudad de arena es mucho más exacta en su especulación. Y la ciudad se diseña como un borrón de acuarelas, unas, y otras como una cagada de perro asesino sin bozal. Pinturas. Pintadas. Acuarelas desechas a chorretón limpio por Kandisky`s varios se deslizan por las paredes. Y a los óleos, aquellos estúpidos geómetras del trazado del yeso que levantaron paredes amontonando ladrillos, los llamaban matemáticos aceites y más tarde graffiti. Letras de molde dobladas sobre sí mismas. Así los periódicos diseñan las noticias para que podamos leer los anuncios, ya que al revés sería didáctico. Diseñan dislexias para saber de qué nos dicen que leamos.

          La escritora Barbara Probst Solomon, decía en una entrevista, en octubre de 2004: “Para entender a la sociedad de EE UU hay que prestar atención al fenómeno de la emigración, y para ello yo consulto la sección de bodas de los periódicos. Allí uno puede ver cómo una chica de padre chino y madre mejicana, se casa con un chico, de padre tejano y madre italiana, y lo hacen siguiendo el rito de una secta animista africana. Eso es Estados Unidos. Una enorme pizza.” ¿Una anarquía sin anarquistas? Un churro sin churrero. Y sin churrerías. Albur. Un graffiti.
          Ventura, suerte. Paisaje. De repente un instante de felicidad: tres palomas posadas en las frágiles antenas de televisión. Los gorriones anidando en los tubos de las chimeneas que se pusieron para sacar el humo de las cocinas. Pobres palomas. Algunos machos lloran la muerte prematura de ciertas hembras, atropelladas por rápidos coches. Lloran y cantan a la primavera que empieza a brotar en sus picos y en sus buches, que se hinchan enamorados.

          La primavera del 2005 llegó un veinte de marzo a las 13,33. Yo paseaba por la playa. Los hielos eternos, menos eternos cada vez, empujaban el borde de las olas centímetro a centímetro, aproximando la orilla hasta la intimidad de las aceras y los tacones puntiagudos de las bronceadas muchachas, sentadas a la brisa del mar, en el paseo marítimo. La ciudad de arena sonreía. Y todo era inocente. Siempre lo es, aunque de la maldad hablemos. El más inocente hombre siempre culpable de su inocencia. De su no.

domingo, 20 de febrero de 2011

Tripa de gato (leer en las entrañas del animal para saber el futuro)


             Hay rumores buenos y rumores malos. Pero los buenos ya no existen. Ahora todos los rumores van pringados de maldad en mayor o menor medida, depende de la cantidad de veneno que musites al oído del que quiere oír. El que quiere oír no sabe la importancia del rumor hasta que tú se lo cuentas. El que quiere oír rumores los oye con la condición de que él también pueda contarlos. El rumor entra en nosotros tal y como salió del otro, pero, y esta es su razón de ser, sale de nuestro cuerpo transformado, y mientras duró ese tránsito dentro de la carne, el rumor se fue formando y deformando, a la par que se iba derramando por intestinos y huesos, o trepaba por las costillas o se quedaba en el cerebro, el rumor ya se había alimentado de lo que realmente somos. El rumor se había empapado de nosotros como una esponja y nos había chupado el veneno preciso para convertirse en una figura igual a la nuestra.


La ciudad de arena se alimenta de rumores. Y en ocasiones de un solo rumor. El rumor entonces gana categoría de verdad. Tanto que aveces la verdad se convierte en rumor. Entonces no hay nada que hacer, salvo prestarle oídos.

Estoy totalmente convencido (me falta poco) de que los males del mundo son provocados, no por los políticos, o por las mafias, o por los malos, es decir por los políticos. Los males del mundo son provocados por los inocentes, por los explotados, por los humildes, por los medio lacios, por los sensibles y por algunos poetas que se dedican a cantar a la luz de la luna sin tener en cuenta a los lobos, que también forman parte del paisaje.
Decir esto puede ser una barbaridad, es más, posiblemente lo sea. Pero nunca me cupo en la cabeza que unas minorías “intelectualmente depauperadas” como la derecha, pudieran con tanto loco maravilloso que habitamos este planeta de arena.

En diciembre (12 de Diciembre de 2007) Gadafi visitó España (Zapatero) y en ese momento, la “Red”, los que pescan, comentaron de manera frívola su visita a España. No tenían sospecha alguna de que hoy, 20 de febrero de 2011, Gadafi, sería el asesino de 150 o 200 personas. Personas de su pueblo, personas de sus no creencias, otras personas distintas a él. Menuda “red” de mierda que no prevee. Que no impide el asesinato.
En 2007, Gadafi vino con un séquito de 30 vírgenes que le protegían y a la “red” le produjo morbo lo de la “vírgenes”. Hoy sabemos que al menos son 300 y que aparte de vírgenes son expertas en defensa personal y en armas de fuego.
¡¡Ah!!, lo que era colorido y folklórico ahora es sangre.

Prosigamos entre las tripas del gato, que el brujo de la tribu despanzurró buscando rumores que nos adelanten el futuro. O la verdad.

             El cambio climático abre el Ártico. Hace un par de años un alcalde socialdemócrata, de la ciudad de Hammerfest (Noruega), con 9.000 habitantes, cerca del Polo Norte, Alf Jakobsen, declara que si esto es el cambio climático, bienvenido sea. Celebra el deshielo ya que así se produce la apertura de nuevos yacimientos de gas y petróleo. Statoil (empresa pública noruega de hidrocarburos) paga al ayuntamiento doce millones de Euros al año y con ese dinero crearan escuelas y residencias para ancianos. El alcalde dice que les gusta el estado del bienestar, es decir, la expansión del capitalismo. Con lo fácil que sería quitar el agua del mar. Coño, todo sería tierra. Que le den a los barcos. “To dios a pinrel”, podría ser el título del  documental.

             Algunas preguntas, que se hace uno, (uno siempre es el principal) de cómo es posible que tengamos el planeta de mierda hasta las orejas, y que llevemos una vida de humo, petróleo y alquitrán, tienen respuesta cuando (aparte de inundar el planeta de coches) uno descubre que es el desconocimiento lo que nos hace ser tan permisivos con los asesinos del paisaje. Cuando uno descubre que hasta en lo más elemental, las mismas personas que nos rodean y piden mejor calidad de aire para respirar, desconocen que la flor del naranjo es el azahar, o que un sinónimo de brasa es, por ejemplo, ascua. Se lo preguntaban a un concursante de esos de la tele, y no lo sabía. La ignorancia. El no saber. El no conocer que la vida se alimenta de vida. Nuestro tiempo. El mismo tiempo que han tardado los poderosos, en acabar con el planeta dándoselo a comer a las minorías bajo regímenes capitalistas. Mientras que descendientes de aymaras y quechuas siguen llamándola Pachamama.
Aquí tenemos a Vicente Verdú, y nos echa una mano: “Sentirse a gusto en el mundo actual nos igualaría a los necios, mientras que declarar nuestro desprecio nos ayuda, por lo menos, a ser dignos.” ) Yo y tú, objetos de lujo. Debate 2005.

             La ficción: en el futuro (año 2.468, por ejemplo, a 500 del famoso mayo, para redondear) la gente de derechas será esa otra casta que imponga (¿referéndum?) seguir viviendo en el planeta Tierra. La gente de izquierda, será aquella que luche (¿piense?) por el abandono de la Tierra en naves espaciales, hacia un planeta nuevo. Alguno de los planetas descubierto dentro del proyecto: Plan Nuevos Planetas (PNP) y en aplicación del programa MEU (Maricón El Último). La futura izquierda, en esta ocasión, lo tiene todo pensado. A nuestra nueva “casa” le pondrán por nombre Tierra Dos, para que la gente no sienta morriña en demasía, y el nuevo planeta será parecido a este, pero seis veces mayor, con tres soles, diez lunas, 18-25 grados, el día durará 72 horas y la noche sólo tres, una sola estación atmosférica a la que llamaran agua-sol, pues lloverá aún con el sol brillando, y jamás sabremos dónde se esconden las nubes que nos mojan. Tela.
             Y para terminar esta información “científica” que parece ficción, pero no, les cuento que un grupo de astrofísicos de EE.UU. (la madre de todas las patrias) está trabajando en un proyecto para cambiar la órbita de La Tierra. Lo están haciendo para que dentro de cien mil millones de años no nos queme El Sol, ya que parece que este sol es un mamón y se convertirá en estrella enana. Están calculando para que les salgan las cuentas y no se produzca un choque en cadena entre el resto de nuestros planetas. Lo de las Torres Gemelas parece que les ha cabreado del todo.

             También recientemente (hace 6-7 años) otro científico, este cabreado por la izquierda y con un fondo lleno de poesía, y al que expulsaron de la investigación de los soles y los planetas, ha descubierto que los caballos para mantener el cerebro frío usan un mecanismo de refrigeración que les permite sudar espuma. Gracias a ese calor de espumas, los jinetes turcos, que cabalgaban con sus botas de piel de cabra llenas de leche “inventaron” el yogur. Esto no es un rumor, por eso nadie le da ni un ápice de credibilidad a esa verdad de yogur. 

             Y las guitarras se hacían con madera de jacaranda de Bahía, o palosanto de Río. Y las cuerdas eran de tripa de gato. Y si tocabas un blues con ella sabías el futuro.

Y la ciudad de arena, sonríe.



viernes, 11 de febrero de 2011

Elencos

          La rutina persiste. Y la ciudad se resiente. El orden se retuerce. Europa extraviada, descaminada. Hay días que no me afeito para parecer antiguo, un carro de pajas en traqueteo, por callejas antiguas, que va dejando un rastro de migas o palabras. No eres tú amigo, esa página dónde uno escribe poemas, versos entrecortados, lágrimas contenidas. Ese papel tan deseado. Y por otro lado estoy convencido que si hubiera pasado hambre dedicándome con ahínco a la literatura (convencido como antes lo estuvieron otros) que hubiese escrito mejor, mucho mejor. La falta de sustancia de mi escaso cuerpo se hubiese compensado con una sobra sustancial de palabras engarzadas, de textos pesados y densos. Una literatura obesa.

          La ciudad. Las calles de la ciudad. El hombre. Las calles del hombre. El laberinto. En el pálido polvo he descifrado rastros que temo, dice Borges. El delirio del fin, que en momentos puntuales, en esta larga historia de utilización y comercio entre pobres y ricos, los pobres están ahí mirando con sorpresa cómo la vida pasa ante ellos. La vida. Los pobres, los que se creen clase media demostrando que aunque pagan impuestos y son explotados, a cambio no reciben de los explotadores los servicios que su vida reclama. Y es en esos momentos cuando comprueban que las desgracias están para que ellos las afronten y las entiendan. Y todo arde.
Sucedió cuando Galicia entera se llenó de chapapote. Los gallegos demostraron, junto a un montón de voluntarios de todo el resto del país (toma nacionalidad, nacionalistas) que sabían cómo organizarse en caso de necesidad. Esta necesidad es desconocida por parte del gobierno. Este es el secreto de los humildes, los pobres, los dominados. Pero los ricos seguirán cazando como fieras, animales pacíficos, solazándose y enriqueciéndose. Su felicidad es rara. Y una vez más para desgracia de la política, los políticos vienen a demostrar su total ignorancia sobre los menesteres de la vida desorganizada en pobre, y su innecesaria razón de ser. Si existen es porque Dios es de derechas. Y los pobres, consentidores de ello, dúctiles ateos. Anarquistas quejándose en flamenco. En olé cañí.
Aquí (otra vez) se hace novedad el dicho de: pobrecito mi político (patrón), piensa que el pobre soy yo. Algún día no quedará ninguno; son holgazanes, inservibles e innecesarios. Lástima que los que siempre hemos estado en contra del estado, sólo tengamos razón en las desgracias. Algún día veremos un punto de luz, una estrella, y seremos nosotros haciéndonos guiños desde el cielo.

       Mientras, las cigüeñas nos acompañan, se quedan con nosotros. Nosotros y ellas, que con el radar cardinal altamente averiado “disfrutamos”, en nuestro errático desvarío, de inviernos-otoños-primaveras-veranos: las estaciones se entremezclan. Nos calentamos quemando fósiles. Diluvia en el Sahara donde lo pobres más pobres que nosotros, viven en casas de adobe. Y la lluvia y el tiempo enquistándose en problema, saca a la superficie ese largo conflicto Marruecos-Frente Polisario. En el Sahara Occidental hay un millón de minas. La guerra. El hombre de la ciudad de arena llenándola de trampas. Lejos de allí, otro hombre hace un descubrimiento con un puñado de bacterias. La guerra de la ciencia y de la ficción. La de las bacterias.
Se lo voy a explicar a ustedes. Poesía al servicio de la ciencia. Dice el hombre que se coge una bacteria y se la “amaestra” para que coma TNT. Dice que se le pone en el ADN una proteína fluorescente (extraída por ejemplo de las luciérnagas) para que brille por la noche, y que se las suelta lanzándolas desde las alturas (no necesitan paracaídas) en un campo sembrado de minas. Pasados unos días se inicia la captura de las bacterias con la ayuda de una linterna de infrarrojos: donde suceda una lucecita hay una mina. Pregunta soez, por mi parte: Si la bacteria se come la mina (TNT) ¿al pisar una bacteria explota?.
Se lo crean o no la noticia y el experimento es totalmente cierto. Y si no fíjense: en los años cuarenta las microondas, donde ahora guisamos un pollo o calentamos el café, eran para mandar secretos de guerra. Los teléfonos móviles también. El cerebro se te cuece como el pollo, a través de la oreja. Y con él te localizan y te inyectan tumores. La vida.
          El rio de la vida. El melancólico “Oblivión” de Astor Piazzolla cae lento, el mágico bandoneón se desgrana ahogado en primavera. Todo es mezcla en la ciudad de arena. Colores oscuros dan paso a matices, tonos pastel. Llegan otras culturas y nos hacen dudar, y nos salvan, a pesar de esos conocidos del barrio asustándose de que otras razas se instalen junto a él, y que pretenden que yo escriba como ellos quieren que yo piense.